La tecnología que permite evitar la sobresedación y el delírium en pacientes COVID-19 en ventilación mecánica
• Tras un año de pandemia, el intensivista Eduardo Tobar, explica que “son un aporte para el uso más juicioso, evitar efectos adversos y usar adecuadamente los diversos sedantes que se administran en pacientes con COVID-19 y se encuentran ventilados”.
• Una de las secuelas del exceso de sedación profunda es el delírium, un desorden de la esfera neurocognitiva. “Es una condición que se puede presentar entre el 50% y 80% de las personas ventiladas”, agrega el doctor Tobar.
Para facilitar la función respiratoria en casos severos de COVID-19, los equipos médicos recurren a la terapia de ventilación mecánica. Esto implica el uso de sedantes y analgésicos, por lo que mantener un óptimo control de estos disminuye complicaciones y aumenta la posibilidad de un mejor desenlace.
Para aquellos casos donde los pacientes se encuentran sedados por periodos más largos, existen dispositivos conocidos como el índice biespectral o índice BIS™. Se trata de un monitor continuo no invasivo que estima el grado de actividad eléctrica cerebral. Fue pensado para pabellón, pero desde hace alrededor de 10 años se está implementando en las UCIs porque permiten reducir la cantidad de sedantes en los pacientes, por esto mismo se vislumbran como un apoyo en la toma de decisiones para el personal de salud, que ya registra un agotamiento luego de un año de crisis por coronavirus.
“Se debe manejar una buena proporción de los días de ventilación mecánica con el paciente en ‘sedación superficial’, como lo llamamos nosotros, lo que quiere decir que el paciente está despierto. En esos casos es posible monitorizarlos usando solo escalas clínicas. En casos severos, como los de COVID-19, donde es necesario recurrir a ventilación mecánica, se debe inducir a ‘sedación profunda’, estado en que la persona está dormida -aunque no es un sueño fisiológico-, en una condición muy parecida a una anestesia”, explica el doctor Eduardo Tobar, médico intensivista de la Unidad de Paciente Crítico del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y vocero de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi).
“Los dispositivos de profundidad anestésica y el monitor de índice biespectral en particular -que es el dispositivo con el que tenemos más experiencia en Chile y el mundo- son un apoyo en tiempos de pandemia y un aporte para el uso más juicioso, evitar efectos adversos y usar adecuadamente los diversos sedantes que se administran en pacientes con COVID-19 y se encuentran ventilados. Son casos que requieren sedación profunda y bloqueo neuromuscular, usualmente muchos días, por lo que es mejor tenerlos monitorizados. Las escalas clínicas no son muy útiles en aquellos casos, entonces les reservamos el uso de BIS™”, agrega el doctor Tobar.
Justamente, la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, en sus “Recomendaciones para el manejo de la insuficiencia respiratoria aguda en pacientes con neumonía por coronavirus”, considera que en pacientes críticos que requieran sedación profunda y bloqueo neuromuscular, se realice un abordaje que combine la evaluación clínica y la monitorización objetiva con dispositivos monitores de sedación.
Aunque no se saben exactamente sus causas, los pacientes ventilados una vez que se les quita la sedación pueden experimentar delírium, un desorden donde la esfera neurocognitiva expresa una disfunción cerebral aguda con un cambio fluctuante en el estado mental de base, presentando un deterioro de la atención, pensamiento desorganizado y/o alteración de la conciencia.
“El delírium es muy frecuente en los pacientes críticos en ventilación mecánica (no solo en casos con COVID-19), es una condición que se puede presentar entre el 50% y 80% de las personas ventiladas. En la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva llevamos varios años trabajando en investigaciones sobre delírium y parte de las estrategias que se sugieren para minimizar esta complicación está usar los sedantes en dosis justas, tratando de evitar o minimizar la sobresedación. Por eso, a los pacientes habituales tratamos de manejarlos en sedación superficial para manejarlos con escalas clínicas y, en los pacientes que requieren sedación profunda, como aquellos con COVID-19, los monitorizamos con estos dispositivos, además de las escalas clínicas”, explica Tobar.
¿Cómo funciona el dispositivo BIS™?
Mediante la colocación de cuatro electrodos que se ubican sobre la región hemifronto-temporal del paciente (frente y sien), puede medir el registro de las señales electrofisiológicas del cerebro. Según su escala -donde 0 indica que no hay actividad eléctrica y entre 80 y 100 que el paciente está despierto y consciente, o ligeramente sedado- se puede determinar qué nivel de sedación tiene la persona y si se requiere mayor sedación o, por el contrario, disminuirla. Esto es importante, porque debe mantener parámetros funcionales para el paciente, evitando la infrasedación y la sobresedación.
Además de contribuir con la cantidad de sedación óptima para cada paciente, estos equipos de monitorización contribuyen al sistema de salud porque implican un ahorro en un contexto donde a nivel mundial hay una alta demanda de sedantes. “Hemos tratado de incorporar la mayor cantidad de dispositivos BIS™ posible para asegurar el monitoreo a los pacientes con sedación profunda que, en estos tiempos de crisis, han llegado a ser 25 o 30 de un total de 60 ventilados en una UCI expandida. Lo habitual en una UCI de 12 camas es que haya uno o máximo tres pacientes con indicación de monitoreo de sedación profunda”, cuenta el doctor Tobar.
Equipo Prensa Portal Red Salud