Este descubrimiento abre la puerta a nuevas estrategias para mejorar la eficacia de la terapia y ofrecer nuevas esperanzas para aquellos que persisten con esta patología más allá del primer año de vida.
Un avance que puede ser significativo para la inmunoterapia contra alergias alimentarias constituye un estudio liderado por el Dr. Hiroshi Ohno del Centro de Ciencias Médicas Integrativas de RIKEN en Japón. Su equipo científico comprobó la influencia de la microbiota intestinal, particularmente las bifidobacterias, en la eficacia del tratamiento para la alergia a la proteína de la leche de vaca en niños. Este hallazgo, publicado recientemente en la revista Allergology International, podría revolucionar las estrategias de tratamiento a través, por ejemplo, de la combinación de inmunoterapia con suplementos probióticos para mejorar los resultados.
«Lo que distingue a esta investigación es que se hizo en niños mayores de cinco años, ya que generalmente vemos la alergia a la proteína de leche de vaca en niños menores de un año”, destaca la Dra. Lissette Duarte, nutricionista de la U. de Chile, quien participó en el libro “Lácteos: Nutrición y Salud” del Programa Gracias a la Leche del Consorcio Lechero.
En la mayoría de los casos la alergia se resuelve antes del primer año de vida. En los niños que participaron en el estudio la alergia persistió, algo que no es tan común. “Solo entre un 30% y un 50% de los niños mantienen esta alergia después del primer año», afirma la especialista.
La investigación incluyó inicialmente a 32 niños que se sometieron a un régimen de inmunoterapia oral, que consistía en la administración controlada de dosis crecientes de proteína de leche de vaca. Durante la inmunoterapia, parte de los menores tuvieron que abandonar el monitoreo debido a reacciones alérgicas severas, como shocks anafilácticos. Sin embargo, una fracción significativa de los participantes desarrolló tolerancia a la leche durante el tratamiento. Al suspender la exposición y luego reintroducir la proteína, siete niños (aproximadamente el 25%) mantuvieron la tolerancia a la leche
El aspecto más destacado del estudio fue el análisis de la microbiota intestinal de los niños. Los resultados indicaron que aquellos con niveles más altos y persistentes de bifidobacterias tenían una mayor probabilidad de mantener la tolerancia a la leche incluso después de suspender el tratamiento.
«Los niños que respondieron bien lograron mantener estas bifidobacterias por más tiempo”, explica la Dra. Duarte. Es así como cuando se eliminó la leche ellas persistieron en su organismo y cuando la leche se reintrodujo, aquellos con altos niveles de estas bacterias la toleraron mejor.
La presencia de bifidobacterias parece modular la respuesta inmune, facilitando la adaptación y tolerancia a la proteína de la leche. Esto sugiere que las bifidobacterias juegan un papel fundamental en la inmunoterapia para alergias alimentarias, lo que abre la puerta a nuevas intervenciones terapéuticas.
Potenciales implicaciones terapéuticas
Este descubrimiento tiene implicaciones significativas para el tratamiento de alergias alimentarias. «Eventualmente, se podría considerar dar bifidobacterias específicas a los niños que mantuvieron la alergia» añade la Dra. Duarte, quien es investigadora en el departamento de Nutrición de la U. de Chile.
Además, este enfoque podría ser particularmente útil en la formulación de productos específicos para los más afectados. La nutricionista cuenta que actualmente ya existen fórmulas infantiles enriquecidas con bifidobacterias que han sido modificadas para minimizar las reacciones alérgicas y también hay medicamentos vendidos como probióticos, en forma de comprimidos, que las contienen.
Para la especialista resulta importante distinguir entre alergia a la leche y la intolerancia a la lactosa. La alergia implica una respuesta inmunitaria que puede provocar síntomas severos como diarrea, vómitos, problemas respiratorios y dermatitis. La intolerancia a la lactosa, por otro lado, es simplemente una incapacidad para digerir la lactosa debido a la falta de la enzima lactasa, y generalmente causa síntomas gastrointestinales menos graves.
«La alergia a la proteína de la leche de vaca es mucho más compleja y afecta a un porcentaje muy pequeño de la población después de la infancia,» aclara la Dra. Duarte. «La mayoría de los niños desarrollan tolerancia a medida que su sistema inmune madura.»
El futuro de la inmunoterapia
El estudio del Dr. Ohno y su equipo representa un paso importante hacia la comprensión de cómo la microbiota intestinal puede influir en las respuestas alérgicas y en la eficacia de la inmunoterapia. Antes ya se había demostrado que ciertas bacterias intestinales ayudan a nuestro sistema inmune a tolerar diversos alérgenos”, dice la investigadora. Este estudio observa específicamente cómo la introducción de la proteína de la leche de vaca afecta la microbiota de los niños y cómo la presencia de bifidobacterias puede modular esta respuesta.
La Dra. Duarte reconoce que el camino hacia la integración de la microbiota en los tratamientos para alergias alimentarias está lleno de potencial. La investigación futura podría centrarse en la identificación de especies específicas de bifidobacterias que sean más eficaces en la promoción de la tolerancia a la leche y otros alérgenos.
(Por Richard García. Comunicaciones Llambías)
Equipo Prensa Portal Red Salud