Por Mónica Budge, jefe de Productos Especiales de Vidrios Lirquén.
En estos días de invierno, cuando el frío cala los huesos y las cuentas de calefacción suben como nunca, hay una verdad incómoda que muchos aún ignoran: las ventanas son el gran talón de Aquiles de nuestras casas. No importa cuán gruesos sean los muros, lo bien aislado que esté el techo o el piso; si las ventanas no están a la altura, el calor se escapa por ahí muy rápidamente.
¿La razón? Más del 90% de la superficie de una ventana está compuesta por vidrio, un material notoriamente pobre como aislante térmico. A diferencia de otros componentes de la vivienda, el vidrio tradicional permite que el calor se fugue con una facilidad asombrosa. Esto significa que si se está calefaccionando un área de la vivienda con vidrio monolítico, cada grado que sube el termostato se esfuma en el segundo en que se apaga la estufa.
Pero no todo está perdido. Desde la década de 1970, cuando en Estados Unidos se comenzó a desarrollar el vidrio Low-E (de baja emisividad), la eficiencia energética de las ventanas ha cambiado radicalmente. Este tipo de vidrio tiene un revestimiento invisible que actúa como un escudo térmico: refleja el calor de vuelta al interior durante el invierno y lo mantiene afuera en verano, todo sin sacrificar la luz natural.
Comparado con un termopanel común —dos vidrios sellados con aire o gas inerte entre ellos—, un termopanel que incorpora vidrio Low-E puede llegar a ahorrar hasta un 40% en calefacción. Esto no es una cifra inventada: estudios del IDIEM y otras agencias de eficiencia energética en Chile han comprobado este impacto, incluso en zonas tan frías como Temuco.
Claro, la tecnología tiene un precio. Una ventana con termopanel Low-E cuesta entre un 15 y 20% más que una convencional. Pero el ahorro a mediano plazo y la reducción en emisiones de CO2 hacen que esta inversión tenga sentido, especialmente en un país que enfrenta desafíos energéticos y climáticos cada vez más urgentes.
Hoy más que nunca, mejorar la aislación térmica de nuestras viviendas es un acto de sentido común… y de responsabilidad. Y si bien solemos pensar en muros gruesos, lana mineral o techos dobles, lo cierto es que la batalla contra el frío se gana (o se pierde) frente a la ventana.
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