Cuando es persistente o viene acompañada de fiebre o dolor en el pecho, puede ser una señal de que algo serio está ocurriendo. Consultar con un médico es clave.
La tos es un síntoma que no debe ser ignorado. Ese acto reflejo, que muchas veces pasamos por alto, es en realidad una alerta que nuestro cuerpo nos envía y la primera manifestación de que algo en nuestro sistema respiratorio no anda bien. Puede ser la señal de una afección leve, como un resfriado simple, pero también puede reflejar una patología de mayor gravedad. Según cifras del Ministerio de Salud, durante la última semana epidemiológica se analizaron 3.353 casos asociados a virus respiratorios, con una tasa de positividad del 39,2%, en los que los principales detectados fueron el Virus Respiratorio Sincicial (VRS), que afecta principalmente a lactantes y menores de 4 años, con una prevalencia del 34,6%. El Rinovirus se detectó en el 25,9% de los casos, seguido por la Influenza A con un 12,1%. También se reportaron otros virus respiratorios, como Parainfluenza, Adenovirus y Metapneumovirus, aunque con menor frecuencia. Por último, el SARS-CoV-2 sigue circulando, pero con una tasa de detección muy baja del 0,4%. Todos ellos tienen la tos como un síntoma común.
“La tos es un mecanismo de defensa que tiene el cuerpo para limpiar las vías respiratorias. Cuando algo las irrita, ya sea por un agente externo o una condición interna, el cuerpo reacciona expulsando aire bruscamente para protegerse. Pero si la tos persiste o se acompaña de otros síntomas, es necesario prestarle atención”, afirma Gustavo Constenla, médico y director de la Escuela de Medicina de la Universidad Andrés Bello en Concepción.
El rango de causas de la tos es amplio, desde los virus de la gripe o el resfriado común, hasta afecciones más serias como bronquitis, infecciones pulmonares o enfermedades respiratorias crónicas. Entre los agentes que pueden desencadenarla se incluyen bacterias, virus, alérgenos, contaminación ambiental, el humo del cigarro y, en ocasiones, problemas digestivos como el reflujo gástrico.
“No siempre la tos es un mal indicativo, pero siempre es algo a lo que debemos prestar atención”, explica el especialista. “Si dura más de dos semanas o viene acompañada de fiebre, dificultad para respirar, dolor en el pecho o incluso sangre, debe ser vista como una señal de alerta”. En especial, se recomienda estar más atentos en los casos de niños pequeños, personas mayores y aquellos con enfermedades crónicas, que son los más vulnerables a complicaciones.
Advierte, además, sobre la importancia de distinguir entre aquella tos seca, que no produce flema y que tiende a ser más irritante, y la tos productiva que ayuda a expulsar secreciones de los pulmones y que dependiendo de la secreción puede ser indicativo de infección. En función de la naturaleza de la tos, el tratamiento puede variar. “La tos seca generalmente se trata con antitusivos, como el dextrometorfano, mientras que la tos productiva puede requerir mucolíticos o expectorantes, como ambroxol o bromhexina. No obstante, siempre es recomendable consultar con un médico antes de automedicarse”, aclara.
¿Cuándo es riesgosa?
¿En qué momento la tos se convierte en un riesgo para la salud? “Cuando interfiere con la respiración o persiste durante semanas, es una clara señal de que se debe buscar atención médica. La fiebre alta o el dolor torácico, sobre todo en personas con enfermedades respiratorias crónicas o insuficiencia cardíaca, son señales que no deben pasarse por alto”, advierte el experto.
En los virus de mayor circulación en este momento, por ejemplo, como el VRS, la tos puede ser persistente y, en casos graves, ir acompañada de dificultad respiratoria debido a la inflamación en las vías respiratorias. En casos de rinovirus es frecuente y, a menudo, se acompaña de otros síntomas como secreción nasal, dolor de garganta y congestión nasal, mientras que la Influenza A es uno de los síntomas más característicos de la influenza, junto con fiebre, dolores musculares, fatiga y dolor de cabeza. La tos puede ser seca o productiva, dependiendo de la severidad de la infección.
Para prevenir, especialmente durante los meses de lluvia y frío, aconseja el lavado de manos con frecuencia, ventilar los espacios cerrados, evitar cambios bruscos de temperatura y no exponerse al humo del cigarro, como pasos básicos para reducir el riesgo de complicaciones respiratorias. También es fundamental mantener las vacunas al día, como la de la influenza y la COVID-19.
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Equipo Prensa
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