Mientras las donaciones de sangre siguen a la baja, una técnica segura y disponible en el país hace más de una década promete reducir riesgos, costos y salvar más vidas. ¿Por qué todavía no es más conocida?
Por años, el miedo a las transfusiones —por infecciones, rechazo inmunológico o simplemente por falta de compatibilidad— ha sido una preocupación en cirugías de alto riesgo. Sin embargo, existe una alternativa que parece de ciencia ficción, pero es 100% real: operarte con tu propia sangre. Se llama autotransfusión y, aunque se usa en algunos hospitales del país desde hace más de diez años, la mayoría de los pacientes en Chile aún no sabe que existe.
“El concepto es simple: en lugar de recibir sangre donada por otra persona, el paciente recibe la suya propia, recuperada, filtrada y limpiada durante la cirugía”, explica el Dr. Gonzalo Cardemil, cirujano del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, uno de los centros pioneros en implementar esta tecnología.
Cirugías sin transfusión: el camino que abrieron los Testigos de Jehová
Si bien la técnica se ha usado principalmente con pacientes Testigos de Jehová —cuyo credo prohíbe recibir sangre de terceros—, el beneficio es universal. “Esto evita todos los riesgos asociados a la transfusión alogénica. No solo por motivos religiosos, también es una opción más segura y eficiente para cualquier paciente”, señala el especialista.
El hospital incluso cuenta con equipos de recuperación de glóbulos rojos donados por la propia congregación. Y los resultados son contundentes: en 2007 se realizó el primer trasplante de hígado sin sangre del país, y en 2019 la Corte Suprema falló a favor de un paciente que exigía una cirugía sin transfusiones. La decisión obligó al equipo médico a optar por la autotransfusión, marcando un precedente legal.
Crisis de sangre: una oportunidad para cambiar el paradigma
El escenario actual también presiona por soluciones innovadoras. Solo en febrero de 2025, las donaciones de sangre en la Región Metropolitana cayeron un 25%, alcanzando apenas 290 donantes diarios, muy por debajo de los 400 requeridos. Según datos de la OMS, Chile apenas alcanza 14 donantes por cada 1.000 habitantes, cuando el mínimo recomendado es de 20.
Para evidenciar más el escenario actual, el pasado mes de junio, como cada año, se celebró el Mes del Donante de Sangre en todo el mundo y más que una fecha de conmemoración, fue una fecha para encender las alarmas.
Los especialistas a cargo de distintos bancos de sangre de la Región Metropolitana coinciden en que este año ha sido particularmente complejo y con constantes problemas de stock.
Loreto Vergara, directora del Centro Metropolitano de Sangre, que abastece entre el 80% y 85% de los hospitales de la Región Metropolitana, apunta que “estamos con déficit, (aunque) me gustaría decir que no”. En la misma línea, Loreto aclara que un stock óptimo es cuando logran abastecerse para satisfacer la demanda por siete días, pero “este año no lo hemos logrado (…). Las cifras de donación que debieran diariamente acercarse a las 350 donaciones en nuestra red para que el stock no baje, pocas veces superan las 300 diarias”.
Es en este escenario cuando la autotransfusión entra en la conversación, ya que este procedimiento implica el uso de la propia sangre del paciente, se presenta como una alternativa valiosa ante la escasez de donantes de sangre. Esta práctica ayuda a reducir la dependencia de transfusiones alogénicas (de donantes) y sus riesgos asociados, como reacciones transfusionales e infecciones.
“La autotransfusión es parte de un cambio de paradigma global en la medicina moderna: usar menos sangre de terceros y optimizar la del propio paciente. Es más seguro, más eficiente y menos costoso para los sistemas de salud”, afirma Kelton Caíres, gerente clínico de LivaNova, compañía que produce los equipos de autotransfusión.
Así funciona: tecnología que devuelve la sangre al cuerpo
El dispositivo XTRA, desarrollado por LivaNova, es uno de los más avanzados. Durante la cirugía, aspira la sangre perdida, separa y concentra los glóbulos rojos, los lava para eliminar impurezas, y luego los devuelve al cuerpo del paciente. En menos de una hora, el mismo cuerpo que sangró recupera lo que perdió, sin depender de donaciones.
Además de reducir infecciones y reacciones inmunológicas, esta técnica también permite operar a pacientes con tipos sanguíneos poco comunes o con anticuerpos específicos. La sangre no se almacena, no se degrada, y está disponible al instante.
¿Y por qué no se usa más?
Pese a su efectividad, la autotransfusión todavía no se masifica. La falta de conocimiento, capacitación y protocolos actualizados son parte del problema. Aunque existen cursos especializados como los de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el uso del método sigue siendo marginal.
“Lo que necesitamos no es más tecnología, sino más conciencia. La gestión de la sangre del paciente (PBM, por sus siglas en inglés) es una estrategia avalada por la OMS desde 2010 y usada con éxito en países como Australia y Canadá. Es hora de que Chile dé ese paso”, concluye Caíres.
Síguenos Google Noticias
Equipo Prensa
Portal Red Salud