Cuando los niños no quieren comer: qué hay detrás del “no me gusta” y cómo enfrentarlo

Cuando los niños no quieren comer: qué hay detrás del “no me gusta” y cómo enfrentarlo
Expertas en educación y desarrollo integral infantil analizan el comportamiento de menores frente a la alimentación y entregan recomendaciones para identificar trastornos, cómo enfrentarlos y cuándo consultar a un especialista.

¿Qué hay detrás del “no me gusta”? Es la pregunta que para muchos padres y tutores es difícil de entender y más aún de enfrentar, ya que, en la actualidad, la selectividad alimentaria de ha transformado en todo un desafío en las primeras etapas de vida de niños y niñas.

En ese contexto, y con el objetivo de entender por qué ocurren estas situaciones y cómo enfrentarlas, las especialistas Carolina Marín, terapeuta ocupacional y directora del Centro de Atención Temprana e Intervención Integral (ATII), y Ana María Tello, directora de la Escuela de Educación de Iplacex, entregaron una serie de recomendaciones durante el webinar «Comportamiento alimentario en niños: Lo que hay detrás del no me gusta”, organizado por el Instituto Profesional Iplacex.

Marín explica que hoy se desconoce cuál es la causa exacta del trastorno de alimentación selectiva, pero que estudios sugieren que se debe a una combinación del temperamento, genes, necesidades sensorio integrativas y acontecimientos desencadenantes. “Algunos menores con estos trastornos tienen una enfermedad de reflujo gastroesofágico, alergias u otras afecciones que muchas veces los padres desconocen. Y, por lo mismo, sin quererlo, los padres pueden reforzar negativamente la causa, pero no son la causa”, asegura.

En esa línea, lejos de tratarse de tan solo “mañas”, pueden ser situaciones que son parte del desarrollo normal de la infancia, pero si esto persiste más allá de los primeros años de vida “puede representar un riesgo significativo para la salud física y emocional, y a menudo se asocia con trastornos del neurodesarrollo y problemas conductuales”.

Ana María Tello, directora de la Escuela de Educación de Iplacex, agrega que también es recomendable conversar con la educadora responsable de los menores en su jardín o colegio, y así poder determinar si comen o no la colación o qué comen. “No necesariamente se da el mismo comportamiento en la casa que el que se da en otros espacios. Antes, la alimentación no estaba tan vinculada a los procesos de aprendizajes, como sí se entiende en el crecimiento y nutrición”, concluye.

Cuándo estar en alerta

Otro elemento a considerar dentro del proceso de aprendizaje de la alimentación -que se da posterior a los 4 o 6 meses de vida- es que los niños y niñas aprenden por imitación de sus cuidadores significativos y pares, pero que hay una diferencia entre niños y niñas neurotípicos y neurodiversos. En el caso de los primeros, se requieren en torno a las 20 repeticiones para lograr incorporar un alimento, mientras que en los segundos puede llegar hasta 30.

Frente a esto, las especialistas explican que es relevante detectar tempranamente estos indicadores. Cuando se trata de menores de un año, se debe estar atentos al reflejo de náuseas, a una succión débil, que se “ahoga” con frecuencia, que es incapaz de concentrarse en el acto de comer o que come mejor dormido o durante la noche.

En el caso de mayores de un año, es importante observar cuando come muy lento o tiene problemas para enfocarse en comer, no ha incorporado muchos alimentos sólidos y continúa mayormente con los líquidos o licuados. También cuando no se ensucia al comer y se molesta cuando se ensucia o no le interesa tomar la comida con las manos o llevársela a la boca.

Finalmente, Carolina Marín hizo hincapié en que es importante consultar con un especialista si hay una pérdida significativa de peso o deficiencias nutricionales, los problemas persisten más allá de los seis años o hay un impacto emocional y social derivado de sus conductas alimentarias.

Guía de estrategias para abordar la selectividad alimentaria

Siguiendo ese análisis, la especialista desarrolló una serie de estrategias para que cuidadores
de niños y niñas puedan poner atención y generar cambios en sus conductas, previo a
consultas médicas.

1° Observar las respuestas ante los alimentos: evitación, rechazo o desinterés.
2° Crear experiencias con alimentos nuevos
3° Seguir indicaciones de los objetos que se deben utilizar para preparar el proceso de la
alimentación.
4° Favorecer las actitudes positivas sobre el ejercicio físico y la nutrición en casa.
5° Utilizar técnicas de juego y exploración, simulando preparación de alimentos o alimentar
muñecos preferidos, animales para crear una instancia de experimentar un acercamiento con
los alimentos.
6° Evitar la crítica y culpar.

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