Según la OMS, la exposición a más de 55 decibeles de manera constante ya puede ser perjudicial para nuestra salud auditiva. En un concierto, los niveles de presión sonora suelen fluctuar entre 90 y 120 decibeles, muy por encima de los límites seguros.
El reciente episodio en el que el cantante colombiano Maluma interrumpió su concierto en Ciudad de México, al ver entre el público a una madre cargando a su bebé de apenas un año, ha encendido la conversación sobre un problema poco visibilizado: la exposición a altos niveles de ruido y sus graves consecuencias para la salud auditiva, especialmente en los más pequeños.
El intérprete no dudó en manifestar su preocupación, señalando que el sonido de un concierto no es seguro para un menor de esa edad. El gesto, que sorprendió a miles de asistentes, refleja una inquietud compartida por expertos en salud auditiva, quienes advierten que la sobreexposición a ruidos intensos puede provocar daños irreversibles, especialmente en los oídos en desarrollo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a más de 55 decibeles de manera constante ya puede ser perjudicial para la salud auditiva. En un concierto, los niveles de presión sonora suelen fluctuar entre 90 y 120 decibeles, muy por encima de los límites seguros.
“En bebés y niños pequeños, el sistema auditivo aún está en desarrollo y es mucho más vulnerable. Exponerlos a ruidos intensos, incluso por períodos cortos, puede causar daños permanentes en las células del oído interno”, explica Víctor Astudillo, fonoaudiólogo de GAES Chile, especialista en salud auditiva. “Si para un adulto el impacto auditivo de un concierto a alto volumen es muy alto, para un bebé podría ser aún peor y con consecuencias irreversibles”.
El especialista enfatiza que, aunque el episodio con Maluma ocurrió en un contexto musical, el riesgo es similar en otros entornos ruidosos, como estadios, fiestas, ferias o incluso el transporte público. “Sobre los 80 decibeles, cualquier exposición prolongada es riesgosa. En un concierto, basta con pocos minutos para superar el umbral de seguridad”, añade Astudillo.
La hipoacusia inducida por ruido es acumulativa y, en la mayoría de los casos, irreversible. Un estudio de la Universidad de Chile detectó que cada vez más jóvenes presentan pérdidas auditivas propias de personas mayores, en parte por la exposición temprana a ambientes ruidosos. “El oído no avisa con dolor que está siendo dañado, por eso muchas veces el problema se detecta tarde, cuando ya es irreversible”, explica Astudillo.
Expertos coinciden en que la prevención debe involucrar a todos: padres, organizadores de eventos y autoridades. “En muchos países ya existen normativas que restringen el ingreso de menores de cierta edad a conciertos o que obligan a entregar protección auditiva gratuita. Sería positivo evaluar medidas similares en Chile para resguardar la salud auditiva de los más pequeños”, propone el fonoaudiólogo de GAES Chile.
Ruidos intensos: más allá de la música
En Chile, la contaminación acústica es un problema creciente. Según el último informe del Ministerio del Medio Ambiente, más del 70% de las denuncias ambientales en zonas urbanas están relacionadas con ruidos molestos. Si bien gran parte de estas se enfocan en molestias para adultos, los riesgos para la población infantil suelen quedar fuera de la discusión pública. La situación se agrava en ciudades con alta densidad de actividades recreativas y eventos masivos, donde la exposición a ruidos sobre los límites seguros es frecuente.
De acuerdo con mediciones de GAES Chile, las fuentes más comunes de contaminación acústica en entornos urbanos superan ampliamente los niveles recomendados. El transporte público, la construcción, los estadios y las zonas de entretenimiento son algunos ejemplos, con picos que van desde los 91 a los 99 decibeles. “En el caso de los bebés, la distancia a la fuente sonora y la ausencia de protección auditiva adecuada son factores que multiplican el riesgo”, advierte el experto.
Recomendaciones de GAES Chile para proteger la audición de los más pequeños en eventos ruidosos:
- Evitar llevar a bebés y niños pequeños a conciertos, estadios y otros eventos con ruido intenso.
- Usar protectores auditivos especiales para niños si la asistencia es inevitable.
- Alejarse lo más posible de parlantes y fuentes de sonido directo.
- Limitar el tiempo de exposición al ruido.
- Realizar chequeos auditivos periódicos, especialmente si hubo exposición a entornos ruidosos
“Prevenir siempre será mejor que tratar. Un oído dañado no se regenera y en la infancia las consecuencias pueden acompañar toda la vida”, concluye el especialista.
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Equipo Prensa
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