La microbiota intestinal, compuesta por miles de millones de microorganismos que habitan principalmente en el colon, cumple funciones esenciales en la digestión, el metabolismo y la inmunidad. En los últimos años, su rol ha cobrado especial relevancia en la investigación biomédica, al identificarse como un mediador clave entre la alimentación, el sistema inmune y el riesgo de enfermedades crónicas, incluido el cáncer.

“Estos microorganismos actúan como un verdadero órgano metabólico e inmunológico”, explica Claudia Rojas, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello. “A través de la fermentación de fibras y otros compuestos no digeribles, la microbiota produce ácidos grasos de cadena corta, como butirato, propionato y acetato, que nutren a las células del colon, fortalecen la barrera intestinal y reducen la inflamación”.

La académica señala que una microbiota equilibrada puede proteger frente al desarrollo de tumores, regulando la proliferación celular y promoviendo la eliminación de células anómalas. “En cambio, cuando se produce disbiosis —desequilibrio microbiano—, se genera un entorno inflamatorio crónico, aumenta la permeabilidad intestinal y se producen metabolitos carcinogénicos. Algunas cepas bacterianas incluso liberan toxinas capaces de dañar directamente el ADN de las células intestinales”, advierte.

Por ejemplo, Rojas sostiene que una alimentación alta en carnes procesadas y baja en fibra altera la composición microbiana y favorecería la aparición de compuestos nocivos como amoníaco, nitrosaminas y fenoles, asociados a un mayor riesgo de cáncer, especialmente colorrectal.

La alimentación moldea la composición microbiana

Por lo tanto, lo que comemos sirve de sustrato para las bacterias intestinales, y de esa interacción depende en gran medida su equilibrio. “Un consumo habitual de fibra y carbohidratos complejos favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas y estimula la producción de metabolitos protectores” añade.

La nutricionista describe algunos patrones alimentarios que perjudican de forma clara la microbiota intestinal:

  • Dieta alta en ultraprocesados, con exceso de azúcares refinados, grasas trans y aditivos, que induce disbiosis e inflamación crónica.
  • Alto consumo de carnes procesadas y grasas saturadas, que aumenta bacterias productoras de metabolitos proinflamatorios.
  • Baja ingesta de fibra, que reduce la diversidad microbiana y la producción de butirato.
  • Consumo excesivo de alcohol, que altera la permeabilidad intestinal y la composición microbiana.
  • Patrón occidental, caracterizado por comida rápida, escaso consumo de verduras y alta ingesta de carnes rojas y procesadas.

Alimentos protectores y prevención

Diversos alimentos y conductas cotidianas pueden favorecer una microbiota saludable y, con ello, reducir el riesgo de cáncer. Entre los alimentos más beneficiosos Rojas destaca:

  • Fibra dietética, presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
  • Prebióticos, como la inulina y fructooligosacáridos de plátano, cebolla, espárragos, avena y alcachofas.
  • Probióticos, aportados por yogur, kéfir, chucrut, kombucha o miso, que introducen bacterias vivas beneficiosas.
  • Polifenoles, presentes en frutas rojas, té verde, cacao, aceite de oliva y vino tinto en cantidades moderadas.
  • Patrón mediterráneo, que combina alimentos frescos, fibra, grasas saludables y consumo limitado de carnes procesadas.

Junto con la alimentación, otros hábitos cotidianos también influyen. La docente recomienda moderar el consumo de alcohol, mantener una adecuada hidratación, priorizar alimentos frescos y naturales, evitar ultraprocesados y azúcares, asegurar un buen descanso y reducir los niveles de estrés. Todos estos factores contribuyen a preservar el equilibrio microbiano y disminuir la inflamación intestinal de forma sostenida.

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Equipo Prensa
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