En 2024, el 72% de las enfermedades profesionales en Chile correspondió a diagnósticos de salud mental, con licencias que en promedio se extendieron por 39 días, según la SUSESO. Una señal que invita a las empresas a fortalecer estrategias de prevención, acompañamiento y liderazgo empático.
Santiago, 22 de octubre de 2025.- Ansiedad, depresión o trastornos adaptativos son hoy algunas de las principales enfermedades que afectan la salud mental de las y los trabajadores chilenos. De acuerdo con la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), siete de cada diez enfermedades profesionales registradas en 2024 (72%) estuvieron asociadas a diagnósticos de salud mental, un incremento de más de 130% en los últimos cinco años.
El impacto no solo es humano, sino también organizacional. Según el mismo informe, las enfermedades de salud mental concentran el mayor promedio de días perdidos por trabajador, alcanzando los 39,3 días en promedio, superando a cualquier otro tipo de diagnóstico. En otras palabras, cada caso implica más de un mes de ausencia laboral, lo que convierte a la salud mental en un desafío tanto sanitario como productivo para las empresas.
De acuerdo con el “Termómetro de Salud Mental Achs-UC 2025”, una de cada cuatro personas entre 30 y 39 años se siente sola o excluida socialmente, grupo que además presenta la menor satisfacción laboral y mayores síntomas de depresión y ansiedad. “Hoy sí nos damos cuenta que cuando estás en la flor de la vida, donde estás definiendo tu carrera, donde probablemente tienes más recursos económicos, queda esta sensación de sentirnos más solos. Lo que está asociado a cuadros de salud mental, como ansiedad y depresión, entre otros”, explica Paz Pérez Faúndez, psicóloga y subgerente de Salud Ocupacional y Calidad de Vida de Workmed.
La profesional señala que las empresas pueden transformarse en un factor protector si implementan acciones concretas que favorezcan el bienestar. “No es que hoy tengamos más enfermedades de salud mental que antes. Lo que ocurre es que hoy ha dejado de ser un tabú y la gente no tiene miedo a decirlo o contarlo. Hoy en las reuniones sociales contamos que tenemos un psicólogo o un terapeuta, o cuál técnica nos favorece más para sobrellevarlo”.
Según el Informe de Enfermedades Profesionales 2024 de la SUSESO, el 52% de las denuncias por enfermedades profesionales corresponde a salud mental, afectando principalmente a mujeres (73%). “Las mujeres tendemos a tener tasas de depresión más altas que los hombres por las implicancias asociadas a las cargas en el hogar y otras variables. Eso también es preocupante y nos llama a mirar cómo nosotros hoy nos hacemos cargo y cómo las organizaciones gestionan esto con perspectiva de género”, agrega.
La especialista hace especial hincapié en que las empresas pueden convertirse en un factor de apoyo y contención emocional al crear programas de acompañamiento, instancias de conversación y capacitaciones para sus líderes. “La organización puede seguir creando instancias de ese tipo, como mesas de conversación. Varias de las empresas con las que trabajamos se apoyan en nosotros, entregándoles un espacio que quede a libre elección de la trabajadora o el trabajador”, indica.
El contexto nacional también apunta en la misma dirección. El Ministerio de Salud lanzó recientemente la primera campaña estatal de salud mental, bajo el lema “Estigmatizar cierra puertas. Abramos la conversación”, con el propósito de romper el silencio y fomentar el diálogo. Para Paz Pérez, esta iniciativa refuerza el papel de los lugares de trabajo en la construcción de culturas más empáticas: “Un compañerismo adecuado también es un sostén para ese sentido de sentirse excluido o excluida que viven muchas personas. Las organizaciones deben mirar a sus trabajadores y trabajadoras, y empezar a levantar desde ahí qué es lo que a ellos les hace sentido. Las empresas deben poner a las personas en el centro”.