Mientras los llamados a beber agua se repiten en cada rincón durante los días de calor, hay miles de personas en Chile para quienes hidratarse no es tan simple.
En redes sociales, en las noticias y en cada conversación de verano, el mensaje es el mismo: “toma agua”, “mantente hidratado”. Sin embargo, hay una realidad que suele quedar fuera del discurso y es que no todas las personas en Chile pueden hacerlo con facilidad.
“Hablar de hidratarse parece algo básico, pero para muchas familias del país, abrir la llave y tener agua potable sigue siendo un privilegio”, advierte María José Terré, directora ejecutiva de Water is Life, organización dedicada a garantizar el acceso a agua segura en comunidades vulnerables.
Según la experta, esta brecha se hace más visible en los meses de calor. “Cuando las temperaturas suben, se intensifica la desigualdad. Mientras algunos llenan botellas, otros deben caminar kilómetros o depender de camiones aljibe para tener lo mínimo necesario. En pleno 2025, eso no debería seguir ocurriendo”, señala.
El agua potable no sólo es clave para hidratarse; también lo es para cocinar, higienizarse y prevenir enfermedades. Sin embargo, en distintas zonas rurales y semiurbanas del país, el acceso sigue siendo limitado o intermitente.
“Tenemos que cambiar la forma en que miramos el agua. No es sólo un recurso, es un derecho humano. No podemos hablar de bienestar, salud ni equidad si hay personas que siguen viviendo sin acceso a agua segura”, enfatiza Terré.
Desde Water is Life, impulsan proyectos que entregan soluciones concretas, pero también buscan generar conciencia. “Todos podemos hacer algo: cuidar el consumo, informarnos, apoyar iniciativas que promuevan el acceso y exigir políticas públicas que aseguren agua para todos. El cambio parte cuando dejamos de mirar hacia el lado”, concluye.
























