Cada año, cuando llega Halloween, las sonrisas de los niños se llenan de emoción y también de dulces. Es una fecha esperada, con disfraces y risas, donde los caramelos se convierten en parte del festejo. Y aunque muchos padres se preocupan por el exceso de azúcar, vale la pena recordar que cuidar la salud dental no significa prohibir, sino acompañar y cuidar.
Los dulces no son los villanos de la historia, pero sí pueden ser un desafío si no se consumen con conciencia. Las caries siguen siendo la enfermedad crónica más común en la infancia, según la Organización Mundial de la Salud, y en Chile, de acuerdo con datos recientes del Ministerio de Salud, alrededor del 70% de los niños menores de seis años las presenta. Es una cifra que nos recuerda que cuidar nuestra salud bucal —a través del cepillado regular, una buena hidratación, una alimentación rica en frutas y verduras, el uso adecuado de pasta dental y los controles preventivos— no es solo una rutina, sino una inversión en bienestar.
Halloween también puede ser una gran oportunidad para enseñar a los niños a disfrutar con medida. Guardar parte de los dulces para ocasiones especiales —una película en familia, una pijamada o una noche de juegos— ayuda a prolongar el disfrute y reducir la exposición diaria al azúcar. También es posible implementar un sistema de intercambio, donde los niños pueden cambiar algunos dulces por un libro, un juego o una experiencia divertida. Así, ellos aprenden que los premios no siempre son comestibles y que la celebración puede ser compartida de muchas formas.
Las caries no aparecen de un día para otro; se construyen con pequeños descuidos. Pero también se previenen con acciones simples y constantes. Y si bien los dulces de Halloween duran unas semanas, una sonrisa sana y cuidada puede durar toda la vida.
























