Pese al aumento en el reconocimiento de trastornos como la ansiedad y la depresión, el bienestar psicológico no mejora. Jóvenes y mujeres concentran los niveles más altos de malestar.
En el Mes de la Salud Mental, los nuevos datos del estudio comparativo con el año 2024 de CORPA Estudio de Mercado dibujan una radiografía inquietante del estado emocional de los chilenos. La evaluación general de la salud mental se mantiene estancada y con una leve tendencia a la baja: el promedio nacional cayó de 5,2 a 5,1 en una escala de 1 a 7.
El retroceso parece menor, pero revela una paradoja preocupante: mientras crecen los diagnósticos de estrés, ansiedad y depresión, la percepción de bienestar sigue disminuyendo. “Existe una mayor conciencia sobre la variedad de diagnósticos en salud mental, pero ese avance en el conocimiento no necesariamente implica una mejora en la vivencia subjetiva ni en el alivio del malestar”, explica Paula Vásquez, psicóloga y analista de CORPA.
El malestar se instala: síntomas más comunes y transversales
El estudio, realizado a 1.025 personas a nivel nacional, muestra que la mitad de los chilenos declara haber sufrido estrés en los últimos tres meses, seguido por depresión 25% y ansiedad 25%.
Uno de los primeros hallazgos sociodemográficos muestra que las diferencias por nivel socioeconómico son mínimas. En materia de estrés, tanto los grupos ABC1C2 como los C3DE registran síntomas en torno al 50%. En el caso de la depresión y los trastornos de ansiedad, las personas de nivel socioeconómico medio-alto (ABC1C2) alcanzan un 26%, levemente por sobre el 24% de los grupos medios y bajos (C3DE).
Estos resultados sugieren que las condiciones materiales y la inseguridad económica son solo una parte de los factores que influyen en el malestar psicológico. En muchos casos, los detonantes parecen ser más amplios y transversales a toda la población.
Jóvenes en alerta: una generación emocionalmente agotada
Los datos por edad son los más alarmantes: los jóvenes entre 18 y 30 años son el grupo con mayor afectación emocional. En ellos, la prevalencia de ansiedad, déficit atencional, trastornos alimentarios y crisis de pánico duplica, y en algunos casos triplica, la observada en mayores de 50 años. Sólo en casos como estrés y depresión es el grupo de 31 a 50 años quienes alcanzan una mayor representatividad al alcanzar un 56% y 29% respectivamente.
El patrón se acentúa entre las mujeres jóvenes, donde más de la mitad declara haber sentido ansiedad en los últimos meses, y una proporción importante auto reporta cuadros de estrés y depresión.
“La juventud chilena enfrenta una combinación compleja: falta de oportunidades, incertidumbre y una constante comparación social amplificada por las redes. Alta exposición y baja estabilidad están generando un patrón de desgaste emocional que no hemos logrado compensar como sociedad”, señala Pavel Castillo, economista conductual y gerente de Intelligence en CORPA.
Más diagnósticos, más conciencia… y más cansancio
El estudio también refleja un aumento en el acceso a diagnósticos profesionales. En un año, los diagnósticos de estrés subieron de 13% a 26%, los de depresión de 9% a 20%, y los de ansiedad de 6% a 16%. Pese a ser una señal de mayor visibilización, no se traduce en una mejora sostenida.
“El diagnóstico puede ofrecer un alivio inicial por el reconocimiento que implica, pero no siempre conlleva una comprensión profunda del síntoma ni una recuperación real”, advierte Vásquez.
Desde una mirada estructural, Mariángeles Cifuentes, cientista política y directora de estudios de CORPA, apunta a la raíz del problema: “En Chile, la salud mental sigue siendo el último eslabón de la cadena sanitaria. Faltan recursos, cupos y especialistas; los tratamientos son costosos y el acceso, especialmente en grupos vulnerables, sigue siendo desigual.”
El insomnio como síntoma social
El sondeo también confirma el impacto del mal dormir como reflejo del malestar emocional. Las preocupaciones laborales y económicas son el principal motivo de insomnio con 79%, seguidas por el estrés laboral 18% y los problemas físicos o enfermedades 11%.
“Dormir mal no es solo un problema de descanso. Afecta todos los ámbitos de la vida: la interacción social, la productividad, la salud y la satisfacción personal”, concluye Castillo.
Los resultados de CORPA exponen una tendencia preocupante: Chile se reconoce más estresado, más consciente y, paradójicamente, menos en calma.
























