Con la llegada de la primavera o el verano, muchas personas comienzan a estornudar, sentir congestión nasal y preguntarse si están frente a un resfrío o una alergia. Aunque los síntomas pueden parecer similares, distinguir entre ambas condiciones es clave para recibir el tratamiento adecuado y prevenir complicaciones.

“El resfrío común es una infección viral que afecta las vías respiratorias altas. Suele aparecer de forma repentina, con congestión, secreción nasal espesa, dolor de garganta, tos, malestar general y, en algunos casos, fiebre leve”, explica Karen Caro, académica de la carrera de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar. “Generalmente dura entre cinco y diez días y se transmite por contacto directo o al toser y estornudar”, agrega.

Por el contrario, la rinitis alérgica no es una infección, sino una respuesta del sistema inmunológico frente a sustancias presentes en el ambiente, como el polvo, los ácaros o el polen. “En estos casos, el cuerpo reacciona como si estuviera ante una amenaza, aunque no lo esté. Los síntomas incluyen picazón nasal, estornudos repetidos, secreción líquida transparente y lagrimeo ocular, sin fiebre ni decaimiento general”, detalla la enfermera.

Según la Sociedad Chilena de Alergia e Inmunología y el Ministerio de Salud, la presencia de picazón ocular o nasal, síntomas persistentes sin fiebre y antecedentes familiares de alergias orientan hacia un cuadro alérgico. En cambio, la aparición de fiebre o dolor de garganta agudo sugiere una infección viral.

La académica de la UNAB advierte que uno de los errores más comunes es tratar ambos cuadros de la misma manera. “Mientras el resfrío mejora con hidratación, reposo y medicamentos para los síntomas, las alergias requieren evitar los alérgenos, usar antihistamínicos según indicación médica y, en casos más severos, considerar tratamientos de inmunoterapia”, señala.

Cuidado con los antibióticos

La Organización Panamericana de la Salud ha alertado que confundir estas condiciones puede llevar al uso inadecuado de antibióticos o corticoides, sin resolver la causa real del problema. “El uso indiscriminado de antibióticos, por ejemplo, no solo es ineficaz frente a los virus, sino que también puede generar resistencia bacteriana y alterar la flora normal del organismo”, enfatiza la académica.

En términos de prevención, el Ministerio de Salud recomienda mantener los espacios ventilados, limpiar con paños húmedos para evitar polvo en suspensión, lavar la ropa de cama con agua caliente una vez por semana y preferir aspiradoras con filtro HEPA. También se sugiere limitar la exposición al humo de tabaco y contaminantes ambientales, factores que agravan tanto el resfrío como las alergias.

Para reducir los contagios virales, es fundamental practicar un lavado de manos frecuente, cubrir nariz y boca al toser o estornudar y evitar el contacto cercano con personas que presenten síntomas respiratorios. “Estas medidas simples pueden marcar una gran diferencia en la prevención de infecciones respiratorias, especialmente en niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas”, comenta la docente UNAB.

La académica también destaca la importancia de consultar a un profesional de salud ante síntomas persistentes o que no mejoran con el tratamiento habitual. “Muchas veces se subestima la duración o intensidad de los síntomas, y eso puede retrasar el diagnóstico correcto. Una evaluación médica oportuna permite diferenciar entre un cuadro viral, alérgico o incluso bacteriano, y así indicar el tratamiento más adecuado”, afirma.

Distinguir entre un resfrío y una alergia no solo permite aliviar los síntomas de forma adecuada; también evita tratamientos innecesarios y mejora la salud respiratoria de la población. “Comprender estas diferencias y actuar tempranamente contribuye a un enfoque más racional y preventivo de la atención en salud”, concluye Karen Caro.

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