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Tras meses de menor movilidad durante el invierno, muchas personas mayores retoman actividades al aire libre cuando llegan los días más cálidos. Sin embargo, este cambio puede aumentar el riesgo de caídas y fracturas, afectando su autonomía y bienestar. Especialistas advierten la importancia de acompañar este retorno a la actividad con apoyo, prevención y cuidados que promuevan la independencia, sin limitar su vida social ni su movimiento.
La llegada del buen clima suele traer más luz y ganas de realizar actividades al aire libre.. Sin embargo, para las personas mayores con algún nivel de dependencia, esta transición puede implicar un riesgo mayor de caídas y fracturas. Tras meses de menor actividad durante el invierno, el aumento repentino de movimiento puede volverse un desafío para la movilidad y el equilibrio.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 30% de los mayores de 65 años sufre al menos una caída al año. En Chile, las caídas representan uno de los eventos adversos más frecuentes en personas mayores dependientes y, en muchos casos, pueden marcar un antes y un después en términos de independencia y calidad de vida.
Esta tendencia se intensifica con temperaturas más agradables. Una investigación publicada por el National Institutes of Health – National Library of Medicine (NIH/NLM) en 2024 identificó que las fracturas de cadera aumentan hasta un 30,8% en esta época, en comparación con porcentajes más bajos durante el invierno y el verano (22-24%). Los especialistas atribuyen este fenómeno a la combinación entre el sedentarismo invernal y el incremento de la actividad física cuando mejora el clima.
“Durante el invierno, muchas personas mayores salen menos, caminan menos y se mueven menos. Eso provoca pérdida de masa muscular y también de seguridad al caminar. Cuando vuelve la primavera y retoman la actividad, el cuerpo no siempre está preparado para ese cambio”, explica el geriatra Jorge Browne, especialista y cofundador de SITU Care, plataforma de cuidados y atención domiciliaria para personas mayores.
Sin embargo, la solución -advierte Browne-, no es reducir la participación social ni promover el encierro. “Lo que necesitamos es acompañar el aumento de movilidad con medidas de apoyo y seguridad. La persona mayor debe moverse, pero de manera progresiva y con contención”, agrega.
¿Cómo prevenir caídas sin limitar la autonomía?
Para Browne, el retorno a la actividad debe ser siempre progresivo. “La vuelta al movimiento no puede ser brusca después de un invierno de menor actividad. Comenzar con caminatas cortas y ejercicios simples de fortalecimiento ayuda a recuperar la seguridad al caminar y a retomar la confianza corporal”, explica. Esto permite que la musculatura se reactive y que la persona mayor se sienta capaz de moverse sin temor.
Asimismo, el especialista sugiere poner atención a señales tempranas. Si la persona mayor comienza a manifestar inseguridad al caminar, sensación de inestabilidad o miedo a salir, es necesario intervenir. “Cuando aparecen dudas en el equilibrio, es importante realizar una evaluación profesional que permita ajustar el plan de actividad y evitar caídas evitables”, señala. Un kinesiólogo o geriatra puede definir ejercicios y apoyos simples que hagan la diferencia.
Jorge Browne también comenta sobre la importancia de las condiciones del entorno. “El calzado estable, las superficies seguras y una buena iluminación pueden reducir significativamente el riesgo de caídas”, sostiene Browne. Pequeñas adaptaciones en el hogar o en los espacios donde la persona se mueve -como retirar alfombras sueltas o asegurar pasamanos-, pueden prevenir accidentes importantes.
La primavera, además, ofrece beneficios que conviene aprovechar. “La exposición moderada a la luz solar no solo mejora la salud ósea por la vitamina D, también mejora el estado de ánimo”, indica. Sin embargo, enfatiza que esto debe ir acompañado de una adecuada hidratación, especialmente cuando suben las temperaturas: “Con más calor, aumenta el riesgo de descompensación. Hidratarse bien es esencial”.
“El acompañamiento emocional y presencial en las primeras salidas es clave. Cuando la persona mayor se siente segura, se mueve mejor y cae menos. La clave no es restringir la actividad, sino acompañarla: cuando apoyamos a la persona mayor a moverse con seguridad y confianza, promovemos un envejecimiento activo y digno, no solo evitando caídas,” concluye el geriatra Jorge Browne.
Cabe destacar que hoy en Chile, más de 500 mil personas mayores viven con algún grado de dependencia. Ante este contexto, SITU Care trabaja para fortalecer la autonomía a través de una atención integral en el hogar, que combina evaluación geriátrica, acompañamiento kinesiológico, cuidadores capacitados y orientación para las familias, entre otros.
























