La única receta para solucionar los problemas más urgentes del país en materia de salud, es recurriendo a la colaboración entre el sector público y el sector privado. Cuando se logra esta sinergia, se han logrado importantes avances, como los Acuerdos de Riesgo Compartido para tratamientos de alto costo o años atrás, el éxito de la campaña de vacunación durante la emergencia sanitaria del COVID-19.

A semanas de las elecciones presidenciales y parlamentarias que darán inicio a un nuevo ciclo en el país, ambos sectores se encuentran frente a una oportunidad única para alinear sus propósitos y contribuir con nuevas soluciones a los problemas de salud que enfrenta la nación. Por ejemplo, se podría priorizar el acceso a tratamientos contra enfermedades oncológicas, aprovechando las tecnologías disponibles en la industria y generando condiciones más favorables desde el plano regulatorio, económico y de prevención.

Recientemente, la adquisición de la inmunoterapia contra el cáncer de mama triple negativo —tratamiento que evitará la muerte de más de 600 mujeres al año— demostró que las voluntades tanto del sector privado como del sector público son capaces de resolver los problemas urgentes de las personas que viven con esta enfermedad y anteponer el bienestar por sobre los intereses particulares.

A pesar de las múltiples dificultades, como la estrechez fiscal, el aumento de las demandas de recursos para las instituciones y la incertidumbre regulatoria del país, la industria debe orientar sus esfuerzos a colaborar con el Estado y fortalecer nuestro sistema de salud desde una perspectiva compartida, colocando a los pacientes en el centro del debate y por su parte el Estado entender que sin los privados, todo será más lento. El tema, es que no hay mucho más tiempo que perder.

 

Rodolfo Santander

Gerente de Reputación y Liderazgo LLYC Chile

 

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