María Jesús Villalón, académica carrera de Terapia Ocupacional UDLA Sede Viña del Mar
La implementación de salas sensoriales en escuelas chilenas, en el marco de la Ley de Autismo (21.545), es una señal positiva hacia el reconocimiento de la diversidad en las aulas.
Están pensadas principalmente para estudiantes que enfrentan desregulaciones sensoriales y emocionales, y buscan prevenir crisis y promover el bienestar. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que, por sí solas, no bastan.
Estos espacios pueden ayudar a modular el sistema sensorial y, con ello, favorecer habilidades cognitivas claves para el aprendizaje académico. Pero no están diseñadas para contener una situación de crisis, ni reemplazar el acompañamiento humano.
Algo fundamental que debemos comprender es, que si no hay adultos que sepan acompañar emocionalmente, estas salas se transformarán en recursos aislados, que no lograrán sostener a quienes realmente lo necesitan. La co-regulación es fundamental para un buen clima educacional.
Esta capacidad que hemos desarrollado los adultos para acompañar y sostener a un niño o niña en momentos de desborde es y seguirá siendo el pilar más importante para el desarrollo saludable en contextos educativos.
Este proceso relacional, se construye desde la empatía, la seguridad y la disponibilidad emocional. Por eso, quienes acompañan la infancia (docentes, asistentes, madres, padres y cuidadores) cumplen un rol fundamental. Necesitamos adultos con herramientas, pero también con condiciones para ejercerlas: no se puede contener desde la sobrecarga ni acompañar desde el agotamiento.
El bienestar del estudiantado depende del bienestar de las familias, el cuerpo docente y de toda la comunidad. Los índices de salud mental en nuestro país son alarmantes y hacen complejo el poder contar con adultos disponibles para la contención emocional de las infancias autistas.
Repensar los espacios escolares es urgente. Humanizar la escuela implica crear ambientes que favorezcan la conexión, la seguridad personal, un lugar donde haya tiempo para acompañar, y no solo para exigir, donde la contención y bienestar sean parte de la convivencia diaria, y no una excepción frente a la crisis.
La co-regulación debiese ser un principio educativo, pues no es solo un acto de empatía, es una apuesta real por mejorar la convivencia escolar y transformar la educación en un espacio más justo, humano y sensible a la diversidad.
Las salas sensoriales si bien son un apoyo, no son una solución para la desregulación sensorial.
























