Sales a la calle y observas adornos, árboles de Navidad u ofertas que invitan a adelantar compras. Algunos pueden pensar que con ello se ahorrará tiempo o dinero. Sin embargo, este fenómeno que cada año parece adelantarse ¿puede repercutir en la salud mental de algunas personas?

Desde las neurociencias, la pregunta es pertinente. El cerebro responde con sensibilidad a los estímulos del entorno, y una exposición temprana y repetida podría generar efectos positivos o negativos.

Una exposición anticipada y constante a música, decoración o publicidad navideña, en algunos, puede aumentar ansiedad. La mente asocia estos estímulos con obligaciones, gastos, compromisos y demandas emocionales. En términos neurobiológicos, se activa el eje del estrés (hipotálamo–hipófisis–adrenal), liberando cortisol, hormona vinculada a la tensión y a la sensación de “no llegar a tiempo”.

La habituación muestra que cuando el cerebro recibe un estímulo de manera repetida, este pierde capacidad de generar sorpresa o placer. Si la persona se sumerge demasiado temprano en el ambiente navideño, es posible que cerca del 25 de diciembre la experiencia inicial haya perdido intensidad. Lo que antes generaba emoción puede volverse monótono o incluso producir apatía.

Llegado este punto, usted podría preguntarse “¿acaso este artículo lo escribió el Grinch?”. La respuesta es no. La intención es invitar a reflexionar sobre cómo equilibrar emociones y expectativas en una época que, más allá del consumo, debiera centrarse en el encuentro y la conexión humana.

Con base en evidencia neurocientífica, se puede entregar tres recomendaciones para vivir estas fiestas con menor carga de estrés.

Dosifique los estímulos festivos evitando la saturación temprana de música o decoración, ya que la novedad ayuda a mantener entusiasmo y gratitud.

Practique atención plena incorporando pausas conscientes para respirar, observar sin juicios o agradecer, lo que reduce la activación del sistema nervioso simpático y favorece neurotransmisores asociados al bienestar.

Priorice la conexión emocional por sobre el consumo, porque el cerebro social encuentra mayor recompensa en el vínculo humano que en la adquisición de objetos; compartir tiempo, escuchar y acompañar libera oxitocina, fortaleciendo la sensación de pertenencia y calma interior.

Más allá de la fecha, la Navidad comienza cuando reconectamos con lo esencial. Cuidar nuestra mente y emociones puede ser un buen regalo para finalizar este 2025.

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