El daño retinal producido por la diabetes mellitus avanza silenciosamente con los años. Especialistas sostienen que nuevas tecnologías, exámenes no invasivos y el acceso garantizado a tratamiento permiten enfrentar a tiempo esta complicación.
La diabetes mellitus es una de las principales amenazas para la salud pública en Chile y el mundo. Según distintas fuentes oficiales, su prevalencia bordea entre el 10% y 14% de la población y va en aumento debido a factores como el envejecimiento de la población, el alza en la obesidad y estilos de vida poco saludables.
Así lo afirma el académico de la Escuela de Tecnología Médica de la U. Andrés Bello, Ricardo Maragaño, quien agrega que, más allá del control de la glicemia, esta enfermedad crónica puede tener consecuencias graves también en nuestra visión.
Según el especialista, las variaciones constantes en los niveles de azúcar en la sangre pueden provocar alteraciones visuales transitorias o, en casos más severos, pérdidas de visión permanentes.
“La microangiopatía, es decir, el daño de los vasos sanguíneos más pequeños, es el mecanismo más relevante para el deterioro de la visión en personas con diabetes y afecta principalmente a la retina, que es el tejido especializado que se encuentra en nuestros ojos y se encarga de recibir la luz y transformarla en una señal que es enviada hacia el cerebro”, explica.
Así, agrega que la progresión del daño en la retina es directamente proporcional al tiempo que una persona vive con esta enfermedad, “estudios muestran que un 10% de los pacientes ya presenta daño en la retina al momento del diagnóstico, cifra que se eleva a cerca del 50% a los 10 años y puede alcanzar el 90% a los 30 años de evolución”, detalla Maragaño.
Prevención y diagnóstico
Sin embargo, el especialista en oftalmología señala que la detección precoz es posible. El examen tradicional para detectar daño en la retina es el fondo de ojos, pero su acceso ha estado históricamente limitado por la disponibilidad de horas médicas, pero en los últimos años se han incorporado nuevas herramientas diagnósticas.
“El desarrollo de la retinografía, que son fotografías digitales de la retina, ha permitido ampliar la cobertura, gracias a la participación de tecnólogos médicos en el proceso de tamizaje y derivación de casos sospechosos”, explica Maragaño.
Incluso, indica que el uso de inteligencia artificial ha abierto nuevas posibilidades para llegar a poblaciones que antes no accedían fácilmente al examen, “hoy podemos detectar retinopatía diabética en pacientes que viven en zonas alejadas o que tienen barreras económicas o de tiempo. A través de redes de derivación y softwares especializados, clasificamos y canalizamos en forma eficiente y oportuna”, agrega.
Otro avance significativo ha sido la inclusión de la retinopatía diabética dentro del programa de Garantías Explícitas en Salud (GES), lo que garantiza tratamiento a los pacientes diagnosticados, “gracias a estas medidas, el examen es hoy no invasivo, rápido, sin necesidad de dilatar la pupila y con mayor cobertura nacional”, afirma.
Finalmente, Maragaño subraya que el diagnóstico oportuno depende tanto del sistema de salud como del compromiso del paciente. “El trabajo conjunto entre el equipo de salud visual, médicos oftalmólogos y tecnólogos médicos— y el autocuidado de las personas con diabetes es fundamental para evitar una pérdida visual que, en muchos casos, es prevenible”, concluye.
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Equipo Prensa
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