En momentos de polarización política y desconfianza institucional, los acuerdos amplios y transversales adquieren un valor excepcional. La Declaración de Consenso Nacional sobre la Atención Primaria de Salud (APS), suscrita recientemente en el Colegio Médico por diversos actores del mundo académico, gremial y político, es una señal potente de que en Chile aún es posible construir entendimientos sobre temas esenciales para el bienestar colectivo.
El documento reafirma algo fundamental: que la salud no puede depender del ciclo político ni de intereses particulares, sino que debe ser una política de Estado, sustentada en la equidad, la sostenibilidad y la efectividad. Convertir la APS en el eje del sistema sanitario no es solo una opción técnica o administrativa, es una decisión ética y estratégica. Significa situar a las personas y comunidades en el centro de las políticas, priorizando la prevención, la promoción de la salud y la atención cercana, continua e integral.
Los firmantes coinciden en que el país necesita fortalecer la resolutividad y capacidad de respuesta de la APS, dotarla de financiamiento suficiente, equipos interdisciplinarios y sistemas de información integrados. Del mismo modo, subrayan la urgencia de avanzar hacia una acción intersectorial coherente, en la que educación, vivienda, trabajo, medio ambiente y protección social se articulen en torno al bienestar y no a la enfermedad.
Este consenso no borra las diferencias ni pretende uniformar visiones. Más bien, las reconoce como legítimas y las pone al servicio de un objetivo superior: garantizar el derecho a la salud con justicia y dignidad para todos y todas. La invitación a los candidatos presidenciales y parlamentarios a adherir públicamente al compromiso es un llamado a elevar el debate sanitario por sobre la coyuntura electoral.
Avanzar hacia un sistema de salud con la APS como columna vertebral requiere liderazgo político, continuidad institucional y participación social activa. Pero, sobre todo, requiere de consensos como este: amplios, generosos y sostenidos en la convicción de que la salud es un bien común y un deber compartido.