La hospitalización domiciliaria (Hospital-at-Home, HaH) se está consolidando como una alternativa eficaz y segura a la tradicional. Este sistema permite que pacientes con determinadas condiciones clínicas reciban cuidados hospitalarios en su propio hogar, bajo la supervisión de equipos médicos y de enfermería, además del apoyo de tecnología que facilita el monitoreo y la coordinación a distancia.
En países como España, Estados Unidos y el Reino Unido, los programas de hospitalización domiciliaria han mostrado resultados equivalentes, e incluso superiores en algunos casos, a los obtenidos en hospitales. Según explica Rodrigo Ochagavía, co fundador de Kuido, “los pacientes que se recuperan en un entorno más familiar y menos estresante, presentan menor riesgo de infecciones asociadas a la atención hospitalaria y, en general, tienen una experiencia más positiva durante su proceso de recuperación”.
Para las instituciones de salud, este modelo también representa una alternativa económicamente más eficiente. Esto, porque “permite optimizar recursos, reducir estancias hospitalarias y liberar camas para casos de mayor complejidad, sin disminuir la calidad ni la seguridad de los cuidados entregados”, explica Ochagavía.
Para el co fundador de Kuido, “el avance tecnológico ha sido un factor clave en su expansión. El uso de plataformas digitales, sistemas de registro clínico en línea y dispositivos de monitoreo remoto ha facilitado que el personal médico supervise en tiempo real la evolución del paciente, manteniendo la continuidad del tratamiento y la trazabilidad de cada atención”.
En Chile, el interés por la hospitalización domiciliaria ha ido en aumento. El envejecimiento de la población, la presión sobre la infraestructura hospitalaria y la búsqueda de una atención más humana y cercana están impulsando su desarrollo. Cada vez más instituciones incorporan este modelo como parte de sus estrategias de gestión sanitaria y modernización de la atención.
La evidencia internacional apunta a que la hospitalización domiciliaria seguirá creciendo en los próximos años, consolidándose como un componente esencial de los sistemas de salud modernos: más humano, más seguro y más sostenible.
























