El “elemento vital” debe ser incoloro, inodoro e insípido, y si está turbio, huele mal o tiene un color inusual, puede ser peligroso para la salud.
Tras intensas lluvias, es común que el agua que llega a nuestros hogares salga con un aspecto oscuro o lodoso. Esto se debe a que las precipitaciones arrastran tierra y sedimentos hacia los ríos y embalses, lo que incrementa la cantidad de partículas en suspensión y reduce la transparencia del agua, fenómeno conocido como turbiedad.
César Huiliñir, Ingeniero Ambiental y académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, explica que esta condición no solo afecta el color, sino también puede representar un riesgo para la salud. “El agua potable debe ser clara, sin olor ni sabor. Cuando se ve turbia o presenta un color marrón, contiene sólidos suspendidos que alteran su pureza”, señala.
En estos casos, se recomienda no consumirla directamente. Huiliñir sugiere dejar reposar el agua hasta que los sólidos se depositen en el fondo, y luego hervirla para reducir la presencia de microorganismos. Aunque la turbiedad no siempre está relacionada con patógenos, sí dificulta una correcta desinfección. Otra opción es el uso de filtros, aunque no todos son eficaces para eliminar completamente los sedimentos.
La normalización del suministro puede tardar entre 24 y 48 horas, dependiendo del caudal y la capacidad de tratamiento de las plantas potabilizadoras. En algunos casos, se emplean productos químicos para acelerar el proceso de clarificación, como parte del protocolo habitual.
¿Cómo purificar agua turbia en casa?
El Ministerio de Salud sugiere los siguientes pasos si necesitas tratar agua con turbiedad:
- Añadir 20 gotas de cloro por cada litro de agua.
- Mezclar bien y dejar reposar al menos 30 minutos.
- Esperar a que los sólidos decanten y usar solo la parte clara.
Este método es efectivo contra bacterias y virus, aunque no elimina todos los parásitos presentes.