De acuerdo a un informe entregado este año por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 34,4% de la población chilena mayor de 15 años presenta altos índices de obesidad. Y no es de extrañar, considerando el mayor acceso a alimentos procesados y altos en azúcares o grasas, sus bajos precios, y la escasa actividad física presente en niños y adultos.
Para combatir esta epidemia, muchos han apostado por el uso de medicamentos que disminuyan el apetito, o ayuden a disolver las grasas, para bajar de peso de forma rápida y sin sacrificios, especialmente en épocas previas al verano. No obstante, y en un país con cada día más obesos, ¿son efectivos y seguros los medicamentos para bajar de peso?
“Debemos partir por la premisa de que ningún medicamento debe consumirse sin supervisión médica, menos los que han sido formulados para bajar de peso. Se debe considerar que éstos no sirven de nada si no existe un tratamiento multidisciplinario, que implique un cambio de hábitos alimenticios e incorpore la actividad física permanente; vale decir, un cambio de mentalidad”, explica Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
En este sentido, el aumento en las ventas de un 300% de fármacos inhibidores del apetito desde 2013 al 2017, detectado por el Instituto de Salud Pública (ISP), conlleva también un riesgo para la salud, por el abuso que puede darse de éstos, su interacción con otros fármacos y los efectos secundarios que estos mismos generan.
“Uno de los principales problemas con estos fármacos es la automedicación. La mayoría de las personas que comienzan a consumirlos lo hacen porque una amiga, familiar o compañera de trabajo comenzó a tomarlos y les da menos hambre”, indica Molina. Esto es el primer pecado capital en el autocuidado. No podemos olvidar que cada organismo reacciona de forma diferente, además de mencionar que las patologías crónicas juegan un rol importante en el manejo de otras que se presenten de forma aguda o esporádica.
Además, y como enfatiza la facultativa, “en dosis inadecuadas, estos fármacos pueden producir aumento de la presión arterial, hipertensión pulmonar y hasta accidentes vasculares, sin mencionar fases maniacas que pueden desarrollarse en personas bipolares”. Por esta razón, personas con patologías cardiovasculares, psiquiátricas, alteraciones metabólicas o endocrinas, se verían en un gran riesgo al consumir estos inhibidores.
Por eso, la supervisión médica es fundamental en estos casos. “Además de los efectos secundarios, existe también el efecto rebote y una recuperación rápida del peso que puede llegar a perderse, si no se utiliza bajo supervisión y con un tratamiento que incluya un cambio de hábitos profundo en la persona”, recalca Molina.
Es así como estos medicamentos pueden generar grandes trastornos y efectos nocivos en personas que los consuman sin orientación médica. Pero, ¡cuidado! La farmacéutica también indica que no podemos olvidar que hasta los productos naturales para bajar de peso tienen un riesgo asociado. “Estas sustancias generan reacciones químicas en nuestro organismo que no siempre son inocuas o seguras, menos cuando una persona ya consume fármacos para patologías existentes. Las interacciones peligrosas también son posibles con productos naturales”.
Por esta razón, cualquier fármaco que se quiera consumir debe estar recetado por un especialista, que considere todos los factores asociados en un paciente. “Los medicamentos para bajar de peso en sí no son efectivos. Pueden ayudar en una primera etapa, pero si no existe un trabajo integral, no producirán ningún efecto positivo en nuestro organismo”, finaliza.
Betsabe Flores Merino
Periodista Farmacias Ahumada
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