Un desafío invisible: la urgencia de un transporte público más accesible

la urgencia de un transporte público más accesible

El regreso a clases y al trabajo ha llenado de movimiento las ciudades en todo Chile y convertido los trayectos en transporte público en un desafío diario, especialmente para quienes enfrentamos barreras invisibles, como nos pasa a las personas autistas. La diferencia entre viajar en periodos de baja y alta afluencia es enorme y, en estos días, la experiencia se torna aún más compleja y agotadora, sumada al cambio de rutina que implica este periodo.

En el metro, la sobrecarga sensorial que pueden provocar los vagones repletos, los ruidos intensos y el uso indiscriminado de dispositivos móviles a alto volumen en horas peak, transforma los viajes en situaciones angustiosas para muchas personas. A esto se suma la música amplificada de cantantes y las múltiples voces que pueden resultar imposibles de filtrar para algunos, generando un desgaste profundo y difícil de manejar en varias ocasiones. Desplazarse por la ciudad puede terminar siendo una prueba diaria de resistencia y resiliencia para muchas personas autistas que necesitan trasladarse con motivos de estudio o trabajo.

Los adultos autistas somos parte de la sociedad y es urgente comprender que la accesibilidad no debería ser vista como un favor, sino como un acto de justicia. Sería maravilloso que el metro contara con vagones silenciosos y espacios habilitados para músicos locales, que hubiese mejor señalización y disponibilidad real de asientos prioritarios, como también medidas suficientes para asegurar que la normativa se cumpla dentro de sus instalaciones. Esto no solo aliviaría el viaje para quienes viven con discapacidades, sino que haría más amable y llevadera la experiencia para todos: personas mayores, con movilidad reducida, embarazadas y cualquier pasajero que busque un trayecto más tranquilo.

El transporte público debería ser un espacio seguro y acogedor, capaz de responder a las diversas necesidades de sus usuarios. La inclusión no se limita a la infraestructura física, sino que también implica repensar los entornos y las normas para que todos podamos movernos libremente y sin angustia. Mejorar la accesibilidad es un gesto de cuidado y humanidad que beneficia a todos. Un transporte más accesible y amable es un paso fundamental hacia una sociedad más equitativa, especialmente para quienes vivimos con una discapacidad, y también es importante que tanto las instituciones como las personas comprendan que el respeto por el espacio público es esencial para convivir en armonía e igualdad de oportunidades.

 
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Equipo Prensa Portal Red Salud

   

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