- Nutrióloga y nutricionista del Instituto Lipedema Chile compartieron miradas en torno a esta enfermedad que afecta, principalmente, a mujeres y que no cubre FONASA ni las ISAPRES.
En el marco de los esfuerzos por concientizar y mejorar el bienestar de las personas que viven con Lipedema, profesionales de la salud del Instituto Lipedema Chile se refirieron al rol clave que juegan los hábitos alimenticios y el estilo de vida en quienes sufren esta patología.
La Dra. Cristina Saldías, especialista en Nutriología, explica que el Lipedema es una alteración del tejido conectivo y adiposo que afecta principalmente a las extremidades, y su evolución está estrechamente vinculada a factores genéticos, estilo de vida y alimentación.
A su juicio, es precisamente la alimentación la que tiene un rol crucial, ya que puede influir significativamente en la progresión de esta condición, que no está cubierta por FONASA ni las ISAPRES.
Por su parte, la nutricionista Jimena Ríos manifiesta que es relevante consumir alimentos saludables, ya que el Lipedema es una enfermedad crónica y debe ser tratada como tal.
“No se trata de lograr un cambio abrupto de una o dos semanas, o que las personas sigan una dieta sólo por un mes. Lo importante es que aprendan y formen hábitos, aunque se demoren un poco más”, agrega la especialista.
Alimentos recomendados
La Dra. Saldías menciona que, en general, para los pacientes con Lipedema se recomienda una dieta normocalórica, rica en omega 3, fibra, antioxidantes y con un control adecuado de los hidratos de carbono.
“Este patrón alimentario, conocido comúnmente como dieta antiinflamatoria o científicamente como dieta mediterránea, incluye un mayor consumo de pescados, legumbres, vegetales, frutos rojos, especias como cúrcuma y pimienta negra, y una restricción moderada de sal y azúcares. Esta alimentación no sólo contribuye a reducir la inflamación sistémica, sino que también ayuda a controlar el edema y mejorar la salud cardiovascular de los pacientes”, resalta.
Asimismo, Jimena Ríos afirma que las frutas y verduras, además de ser ricas en vitaminas, minerales y fibra dietética, también son ricas en otros compuestos fitoquímicos como polifenoles y carotenoides, que tienen un fuerte potencial antioxidante y antiinflamatorio.
“Otros alimentos importantes son los ricos en omega 3- un ácido graso esencial con un fuerte potencial antiinflamatorio- como algunos pescados (salmón, atún, jurel, trucha, etc.), semillas como la chía y linaza, y algunos frutos secos como las nueces”, asevera la nutricionista.
Añade que, en el caso de las proteínas, se recomienda a las pacientes con alimentación tradicional que consuman carnes de origen animal y también proteínas de origen vegetal, tales como legumbres, proteínas de soya u otros derivados como el tofu, el edamame, el tempeh y el seitán que son menos ricas en grasas saturadas, pero aportan más fibra.
En relación a las cantidades que se deben consumir, expresa que “las porciones son 100% personalizadas y dependen de la composición corporal de cada paciente como peso, estatura y porcentaje de grasa corporal. A ello se suma, el objetivo que se quiera lograr para calcular su requerimiento nutricional óptimo”.
Respecto a los alimentos que deben evitar las personas con Lipedema, ambas profesionales señalan los ultraprocesados como, por ejemplo, pasteles, dulces, chocolates y frituras con alto contenido en hidratos de carbono. Además, se debe limitar el consumo de alcohol, azúcares refinados y productos con alto contenido de sodio.
Hidratación y actividad física
La Dra. Cristina Saldías indica que el consumo adecuado de agua es crucial, pues la hidratación no sólo regula el apetito, sino que también favorece la función del tejido conectivo y una serie de mecanismos enzimáticos en el organismo. También, recomienda preferir el agua natural por sobre bebidas gaseosas o endulzadas.
A su vez, la nutricionista Jimena Ríos indica que el consumo de agua debe ser individualizado y calculado para cada paciente en base a sus necesidades, estructura, composición y peso. Además, hay que considerar factores climáticos, pues en entornos más cálidos y húmedos aumenta la sudoración y, por lo tanto, se requiere ingerir más agua.
En cuanto al ejercicio físico, la nutrióloga sostiene que es beneficioso, siempre que esté ajustado a la tolerancia individual.
“Se sugiere combinar ejercicios de fuerza con caminatas diarias que sumen al menos 10 mil pasos al día. En casos de dolor o molestias, el uso de medias compresivas y la evaluación por kinesiólogas del equipo de salud es clave para asegurar una actividad segura”, acota.
Adicionalmente, la Dra. Saldías asevera que el estrés crónico y la falta de sueño impactan negativamente en el Lipedema, al alterar el equilibrio hormonal y promover la inflamación. Establecer rutinas de descanso adecuadas y gestionar la ansiedad puede marcar una gran diferencia en la evolución del cuadro clínico.
“El estrés es un factor que, si bien es difícil de tratar, siempre va a afectar al cuerpo generando inflamación. También hay que cuidar los ciclos de sueño para lograr un descanso adecuado”, complementa Jimena Ríos.
Ambas profesionales afirman que el tratamiento del Lipedema debe ser abordado desde una mirada multidisciplinaria y personalizada, que empodere a las personas con herramientas prácticas para mejorar su salud y calidad de vida.