Pastilleros: el aliado que puede salvarte de un olvido… o ponerte en riesgo

Pastilleros: el aliado que puede salvarte de un olvido… o ponerte en riesgo

Ordenar las pastillas en organizadores semanales parece la forma más práctica de no saltarse ninguna dosis. Sin embargo, este hábito esconde riesgos que pueden afectar la eficacia de los medicamentos e incluso la salud del paciente. La académica de la UCSC, Sara Macaya, entrega claves para usarlos de forma segura.

En cajitas de colores, con compartimentos para cada día y hora, los pastilleros se han convertido en compañeros inseparables de muchos pacientes. No es solo una cuestión de orden: estos pequeños organizadores facilitan el cumplimiento de tratamientos prolongados, reducen el riesgo de olvidar una toma y evitan la temida “dosis doble” por confusión. “Son especialmente útiles para personas con enfermedades crónicas o dificultades cognitivas, porque promueven la adherencia al tratamiento y fomentan su autonomía”, señala Sara Macaya, Jefa de Carrera de Licenciatura en Enfermería de la Universidad Católica de la Santísima Concepción UCSC.

También son un recurso práctico para quienes viajan o deben tomar medicación fuera de casa: permiten llevar lo necesario sin cargar con todos los envases originales. Además, prepararlos con tiempo y calma ayuda a identificar bien cada fármaco y su dosis, evitando confusiones por similitud de aspecto.

Pero no todo es comodidad. Sacar los medicamentos de su envase original implica renunciar a información crítica: nombre, principio activo, dosis, fecha de caducidad, número de lote, instrucciones, precauciones y efectos secundarios. “Los envases están diseñados para proteger el fármaco de la luz, la humedad, el calor y el aire. Sin esa protección, la estabilidad y eficacia pueden verse comprometidas, e incluso podrían formarse compuestos nocivos”, advierte Macaya.

La manipulación frecuente también abre la puerta a la contaminación, especialmente si el pastillero no se limpia bien o se manipula con las manos sucias. Además, sin un registro claro de fechas, se corre el riesgo de consumir medicamentos vencidos. Y en una emergencia médica, la ausencia de envases originales puede dificultar que el personal de salud identifique con precisión qué está tomando el paciente.

Para minimizar estos peligros, la académica recomienda seguir un protocolo sencillo pero infalible: etiquetar cada compartimento con nombre del medicamento, dosis y hora; guardar recortada la información esencial del envase junto al pastillero; y llenarlo solo para una semana como máximo. “Es importante hacerlo en un ambiente limpio, con manos lavadas, y almacenar el pastillero en un lugar fresco, seco, oscuro y fuera del alcance de niños y mascotas”, detalla.

El material también importa: lo ideal es un pastillero opaco, hermético, de plástico de grado alimenticio o farmacéutico libre de BPA, que no reaccione con los fármacos. El vidrio, aunque más frágil, es una alternativa segura por su inercia química. Cada compartimento debe tener cierre individual para evitar que las pastillas se mezclen.

“Los pastilleros pueden ser un gran aliado para seguir tratamientos complejos, pero solo si se usan con conocimiento de sus riesgos y medidas de seguridad. Si no es posible garantizar un uso seguro, es mejor mantener los medicamentos en su envase original hasta el momento de administrarlos”, concluye la académica de la UCSC. 

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Equipo Prensa
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