La primavera está llegando. Los días serán más largos. Es la estación del año que asociamos con la vitalidad, el amor, la alegría y el renacer. Pero si eres una de esas personas que al ver todo este «florecimiento» sienten una punzada de molestia o una tristeza más profunda, no estás solo. Y, desde mi perspectiva como psicólogo clínico, es vital que hablemos de ello. Puede que esto te ocurra a ti, a alguien cercano, a un amigo o a un familiar. Por eso es importante informarse y comprender que este malestar tiene una explicación, y que reconocerlo es el primer paso para buscar ayuda o tender la mano a quien lo necesite.
El fenómeno es una de las paradojas más crueles de la salud mental: mientras el mundo parece despertar, un subgrupo de la población experimenta un aumento en su sufrimiento, incluso en el riesgo suicida. No se trata de una debilidad personal, sino de una compleja interacción de factores biológicos y psicosociales que la evidencia científica ha documentado. Entre quienes se ven más afectados se encuentran personas con cuadros depresivos, con antecedentes de ansiedad severa, o que cargan con experiencias traumáticas que tienden a reactivarse en esta época del año. Para ellas, la primavera no significa renacer, sino enfrentarse a un dolor que se intensifica cuando el entorno parece exigir lo contrario.
- El «efecto contraste» y la presión de la felicidad
Durante los meses de invierno, la melancolía del ambiente puede sentirse, de algún modo, en sintonía con un estado depresivo. Hay una sombría coherencia entre el mundo exterior y la tristeza interior. Sin embargo, la primavera rompe esta sintonía. La presión social para «sentirse bien» y participar en más actividades al aire libre se vuelve abrumadora. Frases como «todo el mundo parece feliz menos yo» se intensifican, generando una disonancia emocional que agrava el sentimiento de aislamiento y desesperanza.
- La peligrosa desconexión entre mente y cuerpo
El factor más alarmante es el desfase entre la recuperación física y la psicológica. Una persona con depresión severa durante el invierno puede carecer de la energía necesaria para actuar sobre sus impulsos suicidas, ya que la apatía y la fatiga actúan como una barrera protectora. Sin embargo, la primavera trae consigo un aumento de la energía física, activando a la persona antes de que su estado de ánimo mejore. En esta peligrosa ventana de oportunidad, el individuo aún está sumido en una profunda desesperanza, pero ahora tiene la capacidad para llevar a cabo un plan que antes no podía ejecutar.
- El Metro de Santiago como espejo de una crisis social
En las últimas semanas, los incidentes de «persona en la vía» en el Metro de Santiago han generado una ola de frustración entre los usuarios. Las redes sociales y los medios de comunicación a menudo se centran en el retraso del servicio, los vagones colapsados y la molestia colectiva. Esta reacción es comprensible en un sistema que depende de la puntualidad, pero también es un reflejo de un problema más profundo: nuestra incapacidad para ver una crisis de salud mental como una emergencia humana, no solo una interrupción logística. La persona que se arroja a las vías es reducida a un «problema de servicio» en lugar de ser reconocida como un ser humano que ha llegado a un punto de dolor insoportable.
- Cómo pasar de la molestia a la empatía y la acción
Como sociedad, la respuesta debe ser tanto institucional como individual. Metro ha implementado el programa «Quédate», que busca capacitar a los funcionarios y difundir mensajes de ayuda en las estaciones. Por otro lado, la ciudadanía debe asumir un rol activo.
Si te encuentras ante una situación de riesgo o una persona en crisis, recuerda el protocolo de las 3 «A»: Acoger, Acompañar y Avisar.
- Acoger: Escucha sin juzgar y valida el dolor de la persona. Pregunta directamente y sin miedo si ha tenido pensamientos de hacerse daño. Hablar del tema no aumenta el riesgo, lo visibiliza. Evita frases que minimicen su dolor como “todo estará bien” o “deberías estar feliz porque es primavera”.
- Acompañar: Mantén la calma y ofrece tu presencia. No des sermones ni consejos sobre “el valor de la vida”. Tu simple compañía puede ser una inmensa fuente de apoyo, solo eso compañía activa y disponible, atenta.
- Avisar: El paso más crucial es conectar a la persona con ayuda profesional. Si el riesgo es inminente, llama a una línea de emergencia como el *4141 del Minsal o el chat del programa «Quédate». No puedes mantener la confidencialidad en una situación de riesgo vital.
En la Región Metropolitana, hay una red de recursos gratuitos disponibles para quienes necesiten ayuda: la Línea telefónica del Minsal *4141, el Fono Salud Responde 600 360 7777, el chat quedate.cl y el Fono 1515 para jóvenes.
La primavera nos recuerda que el dolor no siempre es visible y que la salud mental no sigue el calendario de las estaciones felices. La próxima vez que un viaje en el Metro se retrase, o que un amigo te confiese su tristeza en un día soleado, haz el ejercicio de reemplazar la molestia por la empatía. Transformemos la frustración en solidaridad y entendamos que, en el fondo, todos formamos parte de la misma red, y el bienestar de uno nos afecta a todos.
Julio César Carrasco R., Psicólogo Clínico EMDR, Instituto Kintsugi