En Chile, la edad promedio de inicio de la vida sexual en adolescentes se sitúa en los 16,5 años, según la Encuesta Nacional de Juventudes. Aunque el 86,6% de los jóvenes declaró haber utilizado algún método anticonceptivo en su primera relación sexual, solo el 30,8% conversó previamente sobre cómo evitar un embarazo y apenas el 23,7% abordó el tema de las infecciones de transmisión sexual (ITS).
Estos datos reflejan que, pese a los avances, muchos adolescentes enfrentan su inicio sexual con información incompleta o basada en mitos, lo que puede derivar en riesgos para su salud física y emocional.
La primera experiencia sexual suele estar rodeada de expectativas, temores y una serie de mitos que generan ansiedad en los adolescentes. En un momento de la vida donde se construyen identidades, se exploran emociones y se toman decisiones importantes, la educación sexual integral se vuelve clave para vivir la sexualidad de forma segura, respetuosa y libre de presiones.
Mitos que generan ansiedad
Uno de los mitos más frecuentes es que “la primera vez no es importante protegerse”. Esta creencia errónea lleva a muchos adolescentes a pensar que no hay riesgo de embarazo ni de infecciones de transmisión sexual (ITS) en su primera relación. “Es fundamental que los jóvenes sepan que desde la primera relación sexual existe riesgo, y que pueden acceder a métodos anticonceptivos en cualquier centro de atención primaria, sin necesidad de ir acompañados de un adulto”, explica María Gabriela Mondaca Henríquez, académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar.
Otro mito persistente es que “debe doler” o “si no sangra no fue real”, ideas basadas en estereotipos de género que refuerzan la asociación entre sexualidad femenina y sufrimiento. “Estas creencias no solo son falsas, sino que perpetúan una visión violenta y desigual de la sexualidad. El dolor no es un requisito ni una señal de autenticidad”, enfatiza la matrona.
También se ha instalado la idea de que “el desempeño sexual define el valor personal”, lo que genera presión especialmente en los hombres, quienes sienten que deben rendir de forma “perfecta” en su primera vez. “La sexualidad no es una competencia. Esta visión genera ansiedad, inseguridad y refuerza estigmas que afectan profundamente la autoestima”, señala Mondaca.
Uno de los mitos más peligrosos es creer que “si una persona accedió a salir o tener una cita, ya dio su consentimiento para tener relaciones sexuales”. Esta idea invalida el principio de que el consentimiento debe ser explícito, libre y reversible en cualquier momento. “Ninguna situación social, relación de pareja o antecedente justifica asumir consentimiento sin una manifestación clara y voluntaria. El consentimiento es la base de toda experiencia íntima”, recalca la académica de la UNAB.
Importancia de la educación sexual
La falta de información clara, veraz y oportuna lleva a que los adolescentes enfrenten su primera experiencia sexual con miedo, inseguridad o desinformación. De acuerdo con la normativa vigente, los equipos de salud tienen el deber de entregar consejerías en sexualidad bajo principios de confidencialidad, respeto y enfoque de derechos, fomentando la autonomía progresiva de los adolescentes.
“El acceso a información confiable y a espacios seguros para conversar sobre sexualidad es clave para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas y libres de presiones”, afirma la Magister en Sexología Clínica. En ese sentido, el Ministerio de Salud ha promovido los Espacios Amigables para adolescentes, donde se abordan inquietudes sobre sexualidad, anticoncepción, prevención de ITS y violencia, todo en un ambiente protector y libre de juicios.
“La primera vez no debe estar marcada por el miedo ni por la desinformación. Debe ser una experiencia consensuada, cuidada y libre de mitos que generen daño”, concluye María Gabriela Mondaca.