El Premio Nobel de Fisiología o Medicina, este año fue otorgado a Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi por un descubrimiento que cambió la forma de entender el sistema inmunológico: las células T reguladoras, encargadas de evitar que nuestras propias defensas ataquen al organismo.
El académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Nicolás Saá, explica que las células T son linfocitos que cumplen un papel central en la defensa inmunológica. “Se originan en la médula ósea pero maduran en el timo, donde aprenden a distinguir lo propio de lo extraño”, señala. Existen varios tipos: las T citotóxicas, que eliminan células infectadas o tumorales; las T cooperadoras, que coordinan la respuesta inmune; y las T reguladoras (Treg), cuya función es mantener el equilibrio y evitar enfermedades autoinmunes.
Cuando estas últimas no funcionan bien, pueden aparecer patologías inflamatorias o autoinmunes. “En conjunto, las células T constituyen una red sofisticada que detecta, ataca y recuerda patógenos, siendo esencial tanto para la defensa como para el equilibrio del sistema inmune”, añade el especialista.
El reconocimiento del rol de estas células, según explica el académico, “transformó la inmunología moderna, al permitir entender la inmunidad celular como un proceso específico y programable”. Gracias a estos avances, hoy existen tratamientos más precisos que los tradicionales, como la inmunoterapia oncológica y las terapias para enfermedades autoinmunes.
Entre las innovaciones más importantes destacan las terapias CAR-T, en las que se modifican genéticamente las células T del propio paciente para que reconozcan y destruyan células cancerígenas. “Estas terapias han mostrado una eficacia sin precedentes en leucemias, linfomas y mielomas”, indica Saá. Además, ya se investiga la posibilidad de generar estas células directamente dentro del cuerpo (CAR-T in vivo), lo que permitiría reducir costos y hacerlas más accesibles.
El estudio de las células T también ha permitido comprender mejor el microambiente tumoral, donde muchas veces las defensas son bloqueadas por el propio cáncer, y descubrir nuevas subpoblaciones como las Treg tímicas, claves para mantener la tolerancia inmunológica.
Hoy, las células T son el núcleo funcional de la inmunología moderna. El académico de la UCSC comenta que “se están desarrollando CAR-T de cuarta y quinta generación, con estructuras más seguras y precisas, además del uso de CAR-T reguladoras (CAR-Treg) para tratar enfermedades autoinmunes como el lupus o la esclerosis múltiple, sin necesidad de suprimir completamente el sistema inmune. También se trabaja en combinar estas terapias con otros tratamientos, como los inhibidores de puntos de control, para mejorar su eficacia”.
En Chile y América Latina comienzan a realizarse ensayos clínicos y proyectos de inmunoterapia celular, lo que representa una gran oportunidad para avanzar en medicina personalizada. Sin embargo, aún hay desafíos pendientes.
“El principal reto es superar la resistencia de algunos tumores, optimizar la seguridad de las terapias y garantizar su acceso equitativo, dado su alto costo y complejidad”, advierte el académico UCSC. Además, comprender la memoria y durabilidad de las células T modificadas será clave para evitar recaídas.
“El futuro de la inmunología dependerá de integrar biotecnología, ética y salud pública, para transformar estas terapias de nicho en tratamientos universales, accesibles y seguros”, concluye Saá.