Por Mauricio Serrano, director de Veganuary Latinoamérica 

Durante años, el veganismo fue visto como una excentricidad, una moda pasajera o una elección  “extrema” dentro del abanico de actitudes que, especialmente los jóvenes, iban adoptando. Hoy, sin  embargo, los hechos hablan por sí solos: lo que comenzó en los márgenes, asociado a “tribus urbanas”,  ha crecido con fuerza y transversalidad hasta convertirse en una idea transformadora que está  reconfigurando la industria alimentaria a nivel global. El veganismo ya no es solo una elección  individual; es un motor de cambio económico, ambiental y ético que las empresas no pueden darse el  lujo de ignorar. 

El crecimiento sostenido del consumo de productos plant-based —desde hamburguesas y leches  vegetales hasta versiones veganas de clásicos como el queso o el helado— evidencia una evolución  cultural en marcha en el país. Las nuevas generaciones, especialmente los jóvenes entre 18 y 35 años,  no solo buscan sabor o conveniencia: demandan coherencia. Quieren que su alimentación refleje sus  valores, y esos valores hoy giran en torno al bienestar animal, la sostenibilidad y la salud. 

En este nuevo escenario, las grandes marcas se han visto obligadas a adaptarse. Nestlé, Unilever,  Starbucks y Burger King, entre muchas otras, han incorporado opciones veganas en sus menús o líneas  de productos en diferentes partes del mundo. No lo hacen por altruismo: lo hacen porque el mercado  está cambiando, y cada tienda, restaurante o supermercado en Chile, muestra un reflejo de este  cambio en sus cartas, estantes o góndolas.  

Uno de los antecedentes más reveladores para hablar no solo de tendencia, sino de transformación,  es pensar en el último Veganuary o Enero Vegano, donde más de 25 millones de personas en el mundo  se unieron a esta iniciativa, de unirse al veganismo ese mes, junto con marcas y empresas que los  acompañaron con más de 1.400 nuevos productos o menús veganos lanzados solo por ese mes. 

La pregunta ya no es si el veganismo llegó para quedarse, sino hasta dónde llegará su influencia. Si la  historia reciente sirve de guía, lo más probable es que el futuro de la alimentación sea, en gran medida,  vegetal. No porque lo imponga una moda, sino porque lo exige la realidad. 

El veganismo no es solo una tendencia alimentaria. Es una respuesta ética, ambiental y social a un  sistema que necesita reinventarse. Y en esa reinvención, todos tenemos un papel que jugar.

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