La medicina veterinaria avanza constantemente, permitiendo que perros y gatos vivan más años. Sin embargo, la longevidad también exige que sus tutores comprendan cómo acompañarlos de manera responsable y compasiva, haciendo de este proceso biológico una experiencia más amable para ellos.
Según la especie y considerando factores como la edad, tamaño y genética, comienzan a aparecer los signos del envejecimiento: rigidez articular, pérdida de visión o audición, disminución de la masa muscular, enfermedades periodontales, cardíacas o cognitivas. Esta última categoría incluye cambios como desorientación, alteraciones en los ciclos de sueño-vigilia y modificaciones en la conducta, como mayor vocalización, ansiedad o apatía, conformando un síndrome similar al Alzheimer humano. Reconocer estas señales permite actuar a tiempo y brindar la atención que necesitan.
Para garantizar su calidad de vida en esta etapa, los controles veterinarios preventivos son esenciales. La alimentación también debe adaptarse a su metabolismo y requerimientos nutricionales, evitando el sobrepeso y considerando las enfermedades concomitantes que puedan presentar.
Pero no todo se reduce a la medicina: el entorno y la rutina también son fundamentales. Los animales mayores necesitan espacios tranquilos, seguros y con una rutina estable y predecible. Facilitar rampas o superficies antideslizantes, ofrecer zonas de descanso blandas, cálidas y de fácil acceso, así como garantizar lugares donde puedan sentirse protegidos, contribuye significativamente a su bienestar. A pesar de su menor energía, mantenerse activos dentro de sus límites, con caminatas suaves, juegos tranquilos o ejercicios cognitivos sencillos, es importante, ya que el aburrimiento y la frustración pueden afectar seriamente su salud mental.
El aspecto emocional también es crucial. Las mascotas añosas requieren cercanía, paciencia y contacto. Muchos desarrollan ansiedad o desorientación, y en estos casos el papel del tutor es insustituible: minimizar cambios bruscos, hablarles con calma y ofrecerles seguridad, fortalece su bienestar y les brinda confianza.
Acompañar la vejez de un animal no es solo un acto médico, sino también un acto de amor consciente. Brindar confort y dignidad cuando el tiempo se vuelve más lento, es la manera más noble de agradecer todos los años de compañía, lealtad y cariño incondicional que ellos nos han regalado.
Mónica Buglioni Académica Carrera de Medicina Veterinaria Universidad de Las Américas, Sede Concepción
























