Nuevo consenso científico: los lácteos protegen el corazón y reducen factores de riesgo cardiovascular

Nuevo consenso científico: los lácteos protegen el corazón y reducen factores de riesgo cardiovascular

Así lo explica el Dr. Rodrigo Valenzuela, académico de la U. de Chile

– Nuevas investigaciones muestran que la leche, el yogur y los quesos, lejos de aumentar el colesterol, ayudan a controlar la presión arterial y mejorar la salud vascular, derribando uno de los principales mitos en torno a este alimento. 

– El efecto matriz de los lácteos, junto con sus péptidos bioactivos, minerales y probióticos, explica por qué se asocian a menos hipertensión, diabetes y accidentes cerebrovasculares.

– Los expertos recomiendan priorizar el consumo de lácteos fermentados dentro de una dieta equilibrada, como aliados en la prevención de las principales causas de muerte en el mundo.

Durante décadas, los lácteos fueron vistos como un riesgo para la salud del corazón. La leche, el yogur y los quesos estuvieron en la mira por su contenido de grasas saturadas y colesterol, nutrientes asociados de forma directa a las enfermedades cardiovasculares. El mensaje era claro: había que restringirlos. 

Sin embargo, los últimos años han traído un giro inesperado, de la mano de un nuevo consenso científico. Hoy, la evidencia muestra que los lácteos no solo no aumentan el riesgo cardiovascular, sino que, consumidos en la cantidad adecuada, pueden convertirse en aliados para prevenir hipertensión, accidentes cerebrovasculares y problemas coronarios. 

El Dr. Rodrigo Valenzuela, académico de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Chile, explica este cambio: “Durante años se pensó que la grasa láctea era dañina para el corazón, pero la evidencia de la última década ha demostrado lo contrario. No todas las grasas se comportan igual, y la de los lácteos muestra aportes neutros e incluso beneficiosos, especialmente cuando proviene de productos fermentados como el yogur y el queso”.

El investigador es editor del libro “Lácteos: Nutrición y Salud”, en el que participan 54 académicos pertenecientes a distintas universidades de Chile y América Latina, y cuyo  objetivo es presentar los resultados de más de 1.500 estudios científicos sobre los beneficios de los lácteos en la salud de las personas en todas las etapas de la vida.

Se derriba el mito

La explicación está en lo que los especialistas llaman “efecto matriz”. Los lácteos no deben analizarse solo por la suma de sus nutrientes, sino como un entramado complejo donde proteínas, minerales, vitaminas y compuestos bioactivos interactúan y modifican sus efectos en el organismo. Así, el impacto de sus grasas saturadas no es lineal ni uniforme.

El resultado: pese a su perfil graso, los lácteos muestran una contribución positiva sobre los lípidos sanguíneos. Lejos de elevar el colesterol LDL —el considerado dañino—, pueden favorecer el aumento del HDL, el colesterol “bueno”, y mejorar la salud de las arterias.

La conclusión se repite en meta-análisis y grandes estudios de cohortes realizados en distintas regiones del mundo. El consumo moderado de entre dos y tres porciones diarias de lácteos se asocia a un menor riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedad coronaria. En varios trabajos, el yogur y los quesos fermentados destacan por su impacto especialmente beneficioso.

Los lácteos fermentados ayudan a mejorar el perfil lipídico, elevando el colesterol HDL, considerado protector. También modulan positivamente la microbiota intestinal, lo que reduce la inflamación. Estos mecanismos explican por qué su consumo regular se asocia con menor riesgo de enfermedad cardiovascular”, resume el Dr. Valenzuela.

Cuatro vías de protección

Los beneficios de los lácteos para la salud del corazón se expresan a través de distintos mecanismos que actúan de forma complementaria. 

Uno de ellos es el control de la presión arterial. Durante la digestión de sus proteínas se liberan péptidos que funcionan como inhibidores naturales de la enzima convertidora de angiotensina, el mismo blanco de algunos medicamentos antihipertensivos. A ello se suma la presencia de calcio, potasio y magnesio, minerales esenciales para mantener la elasticidad de los vasos sanguíneos y evitar que la presión se eleve por sobre lo normal.

Otro punto clave es el impacto positivo en el perfil lipídico. Aunque históricamente la grasa láctea fue cuestionada, hoy se sabe que contiene compuestos con efectos favorables, como los ácidos grasos de cadena impar y el trans-palmitoleico, asociados a un menor riesgo de diabetes tipo 2 y a un equilibrio más saludable entre el colesterol LDL y el HDL. 

Además, la membrana que recubre el glóbulo graso de la leche limita la absorción intestinal del colesterol y regula su metabolismo en el hígado.

Los lácteos también contribuyen a la reducción de la inflamación crónica, considerada una de las causas silenciosas de la aterosclerosis. En particular, los fermentados como el yogur ayudan a mejorar la función endotelial, es decir, la capacidad de las arterias para dilatarse y adaptarse a las necesidades del organismo. Esto se ve reforzado por la presencia de vitaminas antioxidantes como la A y la D, y minerales como el selenio, que reducen el daño oxidativo en los tejidos.

Finalmente, existe una relación estrecha entre el consumo regular de lácteos fermentados y la prevención de la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, dos condiciones que incrementan significativamente el riesgo cardiovascular. Este beneficio se explica por la modulación positiva de la microbiota intestinal, la mejora en la sensibilidad a la insulina y la disminución de la inflamación sistémica, factores que en conjunto ayudan a mantener un metabolismo más equilibrado y protector para el corazón.

El Dr. Rodrigo Valenzuela comenta que “los lácteos fermentados ayudan a mejorar el perfil lipídico, elevando el colesterol HDL, considerado protector. También modulan positivamente la microbiota intestinal, lo que reduce la inflamación. Estos mecanismos explican por qué su consumo regular se asocia con menor riesgo de enfermedad cardiovascular”

El valor de los fermentados

Si bien todos los lácteos aportan beneficios, los fermentados como yogur y queso concentran la mayor parte de la evidencia positiva. La fermentación no solo mejora la digestibilidad de la lactosa, sino que potencia la generación de compuestos bioactivos y añade bacterias probióticas que fortalecen la microbiota intestinal.

“La recomendación es consumir yogur y queso elaborados con leche entera, sin retirar la grasa, porque ahí están presentes muchos de los compuestos protectores. En el caso de la leche, lo ideal es optar por la semidescremada, pero no la descremada, incluso en pacientes con enfermedad cardiovascular”, señala el académico de la Universidad de Chile, y quien lidera el Comité Científico de Lácteos, una alianza que convoca a investigadores de diversos planteles del país. 

Una de las iniciativas impulsadas al alero de este grupo es el libro “Lácteos: Nutrición y Salud”, que expone en varios de sus capítulos la última evidencia sobre el tema. 

En relación con la hipertensión arterial, por ejemplo, consumir tres porciones diarias de lácteos ayuda a reducir la presión gracias a sus minerales y péptidos antihipertensivos. En el caso de los quesos, pese a su contenido graso, presentan efectos neutros o protectores y entregan compuestos que favorecen la función vascular.

El vínculo con la diabetes tipo 2 es otro punto a favor: los fermentados reducen su riesgo, lo que disminuye indirectamente el riesgo cardiovascular. También existen pruebas de que los lácteos reducen la inflamación crónica y mejoran la función de las arterias, protegiendo frente a la aterosclerosis. Finalmente, su consumo regular se asocia a menor riesgo de accidente cerebrovascular, probablemente por sus beneficios combinados en presión, inflamación y metabolismo.

El Dr. Valenzuela destaca que no se trata solo de la grasa: “El aporte de los lácteos no proviene solo de la grasa. También aportan proteínas de alto valor biológico, vitamina D, calcio, probióticos y compuestos bioactivos. Es la suma de todos estos nutrientes lo que otorga una verdadera protección cardiovascular.”

Lejos de los antiguos temores, la leche, el yogur y el queso se consolidan como aliados en la prevención de las enfermedades cardiovasculares. La recomendación de los especialistas es clara: integrarlos en la dieta diaria con moderación, privilegiando los fermentados y acompañándolos de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.

En tiempos en que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte a nivel mundial, este giro en la mirada hacia los lácteos no es menor. Se trata de un cambio de paradigma que no solo derriba mitos, sino que abre nuevas oportunidades para cuidar el corazón desde la mesa de cada día (Por: Luis Francisco Sandoval. Agencia Sandoval & Meirovich Comunicaciones).

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