- En los últimos años, las terapias complementarias han ganado popularidad entre quienes buscan mejorar su bienestar emocional. Una de las más conocidas es el reiki, práctica energética de origen japonés que ha sido incorporada por muchas personas como apoyo a sus procesos de salud. ¿Qué motiva esta tendencia y cuáles son sus alcances reales? Gerardo Riffo, Director de la Carrera de Psicología de Universidad de Las Américas, aborda este fenómeno desde una perspectiva profesional.
“Hay quienes acuden al reiki por la necesidad de alivio emocional, sobre todo cuando los tratamientos tradicionales no han sido del todo efectivos”, explica Riffo. “También hay personas afines a una visión más holística de la salud, donde se integren cuerpo, mente y espíritu”. Según el académico, este enfoque ha sido reforzado social y culturalmente, en gran parte por los testimonios que circulan en redes sociales sobre sus supuestos beneficios.
Desde la psicología, el reiki se define como una terapia no invasiva y energética que busca restablecer el equilibrio del organismo. “Aunque no hay evidencia científica sólida que respalde su funcionamiento, sí se ha observado que puede inducir estados de relajación profunda, reducir el estrés y entregar una mayor sensación de control sobre la propia salud”, afirma el académico de UDLA. Esto, añade, puede favorecer el afrontamiento emocional en individuos que buscan alternativas de sanación complementarias.
En cuanto al respaldo científico, el experto señala que los estudios disponibles presentan resultados limitados. “Las revisiones sistemáticas han encontrado beneficios modestos, especialmente en la reducción de ansiedad y dolor, pero que pueden ser similares a los de un placebo”, advierte. “Por eso es importante contrastar con terapias validadas, como la de Aceptación y Compromiso o los programas basados en Mindfulness, que sí cuentan con evidencia sólida”.
El reiki no representa un riesgo directo para la salud, pero hay advertencias importantes que considerar. “El mayor problema es que algunas personas dejan tratamientos médicos o psicológicos eficaces para reemplazarlos por estas terapias, lo que puede agravar su estado”, sostiene Riffo. También destaca la falta de regulación en Chile: “Esto puede llevar a malas prácticas o incluso a que algunos terapeutas entreguen información errónea que pone en riesgo a las personas”.
“El reiki puede complementar procesos de salud, pero jamás debe reemplazar un tratamiento profesional”, advierte el experto al referirse a su uso en pacientes con diagnósticos de salud mental. En estos casos, insiste en que el consentimiento debe ser voluntario y bien informado, y que siempre debe revisarse si esta práctica puede interferir con otras terapias en curso.
Para evitar que estas alternativas se utilicen como sustitutos, el académico enfatiza la importancia de educar en salud. “Es clave que las personas entiendan la diferencia entre una terapia complementaria y una basada en evidencia científica”, dice. “También debemos fortalecer el rol de los profesionales de la salud para que informen claramente sobre los límites de estas disciplinas y promuevan su uso responsable”.
Finalmente, Riffo plantea la necesidad de integrar estas herramientas desde una perspectiva supervisada. “Chile necesita avanzar hacia una regulación que garantice prácticas seguras, evitando afirmaciones sin respaldo y asegurando que toda intervención sea monitoreada por profesionales capacitados”, concluye.
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Equipo Prensa
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