RECOMENDACIONES EN MES DE LAS PERSONAS MAYORES
El envejecimiento conlleva una serie de cambios neurobiológicos y, con ello, un declive natural en distintos ámbitos, incluyendo funciones cognitivas, ejecutivas, memoria, lenguaje y atención, entre otras. Frente a este escenario, la participación en actividades de estimulación y entrenamiento cognitivo ha demostrado ser una herramienta clave para preservar la autonomía y calidad de vida de las personas mayores.
Dentro de estas estrategias, los juegos de mesa tradicionales, como las cartas, el bingo, el dominó, el ajedrez o las damas se destacan por su accesibilidad, valor cultural y beneficios comprobados tanto a nivel cognitivo como psicosocial.
Diversos estudios han mostrado que la práctica habitual de estas actividades se asocia a un menor deterioro cognitivo y demencia. “Juegos como el ajedrez y las damas, que requieren planificación, memoria de trabajo, resolución de problemas y pensamiento estratégico, se han vinculado con mejoras en funciones ejecutivas y procesos de razonamiento abstracto”, dice Renate Mulchi, terapeuta ocupacional de Acalis Valle Alegre.
Por otro lado, juegos como el bingo son muy efectivos en el estímulo de la atención sostenida, la percepción visual y la memoria auditiva, además de generar un ambiente grupal motivador. Este juego también se ha utilizado con éxito en intervenciones para personas con deterioro cognitivo leve o demencia leve, mejorando el estado de ánimo y la participación social.
Adicionalmente, los juegos de mesa benefician en el plano psicoemocional, ya que invitan al encuentro. La interacción que ocurre en torno a una partida de cartas o dominó favorece la comunicación, el sentido de pertenencia y la autoestima, generando conversación, risas y recuerdos. “Estos juegos tradicionales son especialmente valorados por las personas mayores por su carácter lúdico, familiar y culturalmente significativo, facilitando conexiones intergeneracionales y amistades dentro de residencias, además de sentimiento de utilidad e inclusión”, afirma la profesional de Acalis.
La participación constante en juegos de mesa ha demostrado tener un impacto en la salud mental, reduciendo síntomas depresivos y mejorando la calidad de vida de los asistentes. “En entornos institucionalizados, como establecimientos de larga estadía para adultos mayores (ELEAM), los juegos grupales cumplen una función terapéutica al reducir la apatía, el aislamiento y la inactividad, ya que permite a las personas mayores seguir aprendiendo, participando y disfrutando de momentos significativos” explica Mulchi.
ACTIVIDAD FÍSICA
Así como la actividad cognitiva es clave para promover una mejor calidad de vida en las personas mayores, la actividad física constante también es fundamental, teniendo beneficios físicos, cognitivos, sociales y emocionales.
Entre las recomendaciones está hacer ejercicio, al menos, 30 minutos tres veces por semana. Junto con hacer acondicionamiento físico es necesario realizar ejercicios que ayuden a trabajar la musculatura y permitan un paso seguro y equilibrado, evitando el riesgo de caídas.
En casa, no se necesitan implementos sofisticados para mantenerse activos. Así lo explica Valentina Mohr, kinesióloga de Acalis Valle Alegre, quien recomienda “ejercicios simples como levantarse y sentarse de una silla, caminar por el hogar, ponerse de puntillas o usar botellas con agua como pesas improvisadas”. Estos movimientos, acompañados de estiramientos y ejercicios respiratorios, ayudan a mejorar la coordinación, el equilibrio y la oxigenación. “El ejercicio no solo fortalece el cuerpo, sino también mejora el ánimo, la memoria y la confianza en uno mismo”, afirma la kinesióloga.
Estudios demuestran que el ejercicio físico en las personas mayores favorece diversos sistemas del cuerpo. “A nivel cardiovascular y respiratorio, mejora la circulación sanguínea, la capacidad pulmonar y control de la presión arterial, lo que se traduce en un corazón y pulmones más eficientes”. En cuanto al sistema musculoesquelético, la actividad física contribuye a mantener y aumentar la fuerza muscular, lo que es clave para prevenir la sarcopenia (pérdida de masa muscular) y la fragilidad. Al mismo tiempo estimula la densidad ósea, reduciendo el riesgo de fracturas.
El trabajo de equilibrio y coordinación fortalece articulaciones y mejora la estabilidad, disminuyendo la posibilidad de caídas.
Por otro lado, el ejercicio también estimula el sistema nervioso y metabólico, favoreciendo el control de azúcar en sangre, el metabolismo energético y funcionamiento digestivo.
Finalmente, la kinesióloga resalta la importancia del bienestar integral que se alcanza a través del movimiento. “Lo importante es moverse todos los días, aunque sea un poco, porque en conjunto estos beneficios no solo prolongan la independencia funcional, sino que también aportan bienestar emocional, reduciendo el estrés, la ansiedad y mejorando la calidad del sueño, pilares fundamentales para un envejecimiento activo y saludable”, concluye Mohr.