El 6 de octubre de 1964, el Congreso de Estados Unidos aprobó la resolución HR 753, que facultó al presidente Lyndon B. Johnson a instaurar el 15 de octubre como el “Día del Bastón Blanco”. Con el tiempo, esta fecha fue asumida por la Unión Mundial de Ciegos, por organizaciones internacionales y por múltiples países, entre ellos Chile.
La fecha constituye una interpelación a la conciencia social, recordando cada año que la autonomía y la inclusión de las personas con discapacidad visual son derechos que deben garantizarse. Así, este hito es una acción social destinada a visibilizar barreras estructurales, institucionales y actitudinales que limitan el ejercicio pleno de la ciudadanía.
Sin desconocer el valor simbólico de esta fecha, es necesario destacar los atributos prácticos del bastón blanco en la vida diaria de las personas con discapacidad visual. Este instrumento no solo cumple una función técnica, sino que porta simbolismos y connotaciones sociales estrechamente vinculadas con los procesos de autonomía e identidad personal. No obstante, su potencial emancipador se ve tensionado por prejuicios que lo reducen a un emblema de diferencia o anormalidad, reforzando estigmas que dificultan la inclusión, generando emociones contradictorias. Por un lado, se concibe como un aliado indispensable; por otro, algunos preferirían evitarlo, pese a su relevancia para la autonomía.
Proyectándonos al futuro, los desafíos se orientan a consolidar políticas públicas que garanticen la participación en actividades significativas de la vida diaria. Esto implica asegurar el acceso equitativo a ayudas técnicas, incorporar tecnologías innovadoras como GPS integrados, sensores de obstáculos e inteligencia artificial en dispositivos de movilidad y promover una empatía activa que resignifique el bastón blanco no solo como símbolo de autonomía, sino como recurso que potencia la participación cotidiana y el tránsito hacia la equidad social.
En este contexto, la terapia ocupacional reconoce al bastón blanco como un instrumento esencial de inclusión, orientación y conexión con el entorno, constituyéndose en un recurso insustituible para la rehabilitación y construcción de una vida digna en comunidad.