- Un proyecto de investigación patrocinado por Mutual de Seguridad – en el marco del concurso de innovación e investigación de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO)- identificó una relación entre el calor extremo y una mayor accidentabilidad laboral en sectores como la construcción y la agricultura.
Durante el verano pasado, Cauquenes, en la Región del Maule, alcanzó los 42,5°C, una de las temperaturas más altas registradas en el país. Este tipo de eventos son cada vez más frecuentes y ocurren durante las llamadas “olas de calor”, fenómenos meteorológicos que consisten en tres o más días consecutivos con temperaturas máximas diarias superiores al umbral denominado percentil 90 histórico, de acuerdo con la estación meteorológica más cercana. Según cifras de la Dirección Meteorológica de Chile, entre 2011 y 2024 se han registrado alrededor de 2000 eventos de olas de calor en Chile. Por consiguiente, las olas de calor han dejado de ser un fenómeno aislado para transformarse en una amenaza creciente para la seguridad laboral de quienes trabajan a la intemperie en faenas agrícolas, obras de construcción, ganadería, limpieza y ornato.
El estudio empleó un diseño cuasi-experimental retrospectivo, aplicando técnicas de análisis longitudinales sobre tres millones de denuncias de accidentes laborales ocurridos en los últimos 15 años. El propósito fue comparar la ocurrencia de accidentes en periodos con y sin olas de calor, controlando por variables demográficas, meteorológicas y sectoriales. Los resultados revelan que las olas de calor se asocian con un aumento significativo en los accidentes laborales, pues el riesgo relativo de accidentabilidad durante días de calor extremo es 1,79 veces mayor comparado con condiciones térmicas normales.
Este aumento se observa en todos los sectores analizados, pero es más marcado en construcción y en agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (AGSP), donde la tasa de accidentabilidad puede aumentar hasta 87%. Además, el estudio demuestra que el estrés térmico no solo incrementaría el riesgo de sufrir golpes de calor o deshidratación por parte de trabajadores, sino que también afectaría la concentración, el rendimiento y la coordinación, elevando la probabilidad de errores y accidentes indirectos, como síncopes, crisis hipertensivas o trastornos respiratorios.
Impacto creciente y efectos prolongados
La investigación también detectó más de 31 mil accidentes ocurridos durante olas de calor, con mayor concentración en las regiones Metropolitana, O’Higgins, Maule y Biobío, donde la exposición solar es más intensa. Además, se observó que los efectos del calor pueden extenderse hasta cuatro meses después de los eventos, debido a la fatiga térmica acumulada y a condiciones ambientales persistentes.
“Aunque el modelo controló variables como la actividad económica y la zona geográfica, existen factores individuales —como diagnósticos médicos o condiciones personales de salud— que no siempre pueden observarse. Esto podría explicar la prolongación de los efectos del calor”, comenta Diana López, investigadora asociada de Quantia, consultora responsable de la ejecución técnica del estudio.
El estudio concluye que las olas de calor son un riesgo emergente para la salud laboral en el contexto del cambio climático, que exige entornos más seguros y resilientes. Estos resultados son consistentes con la evidencia presentada en otros países. Por ejemplo, en Australia se ha observado un aumento de hasta 15% en los accidentes laborales tras tres días consecutivos de altas temperaturas, mientras que la probabilidad de accidentes en trabajadores al aire libre crece 0,9% por cada grado adicional de temperatura.
Prevención y adaptación: una agenda urgente
“El calor extremo altera las condiciones fisiológicas y cognitivas del trabajador, incrementando la probabilidad de error operacional y de accidentes en faenas al aire libre. Es un riesgo que debemos incorporar en las estrategias de prevención laboral”, explica Cristián Ramírez, especialista en cambio climático de Mutual de Seguridad. Ante este escenario, Mutual de Seguridad está fortaleciendo su enfoque preventivo con medidas específicas para enfrentar el riesgo térmico, centradas en la anticipación, la formación y la autogestión del riesgo. Entre ellas destacan guías sectoriales para construcción y agricultura, con pausas de hidratación, horarios flexibles y protección solar; capacitación a mandos medios y supervisores para reconocer signos tempranos de estrés térmico; campañas de sensibilización sobre hidratación y uso adecuado de elementos de protección personal y asistencia técnica a empresas, especialmente pymes, para implementar planes de gestión, reducción y respuesta frente a altas temperaturas de origen ambiental.
“Las entidades empleadoras en especial las de construcción y del sector agrícola deben implementar planes de gestión del riesgo que incluyan pausas de hidratación, reorganización de jornadas y provisión de sombra y agua potable. También es clave invertir en tecnologías de mitigación térmica y capacitar a las personas trabajadoras para que reconozcan tempranamente síntomas asociados a agotamiento por calor y golpe por calor”, concluye Ramírez.
























