Salud mental la nueva agenda o la agenda que necesitamos: el llamado a incluir la innovación en la respuesta

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Salud mental la nueva agenda o la agenda que necesitamos: el llamado a incluir la innovación en la respuesta
Mauricio Bonilla Sanchez

Las consecuencias de la pandemia, sumadas a problemas históricos de infraestructura, falta de desarrollo de servicios comunitarios, dedicación presupuestaria y, en general, la falta de priorización de la salud mental en el desarrollo de los propios sistemas de salud de Latinoamérica, nos muestran un panorama complejo para enfrentar el desafío de la salud mental. La Región de las Américas es la única región de la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde las tasas de suicidio han ido en aumento; la depresión y la ansiedad implican un costo de USD 1 billón al año para la economía mundial. Para 2030, se estima que ‘los problemas de salud mental representarán pérdidas de USD 6 billones al año’, es decir, más de la mitad de la carga económica mundial atribuible a las enfermedades no transmisibles.

Este enorme desafío, que hoy enfrentamos igual que ayer, lo seguimos enfrentando con un sistema débil y deficiente, con poca cobertura y calidad de servicios de salud mental. Lo peor es que, a pesar de este panorama, no se aumenta la inversión en salud mental. El gasto público en salud mental en Chile es del 1.7% del total de gasto en salud, y en general, en la Región, no supera el 2%, llegando a ser menos del 1% en países como República Dominicana. Esto es complejo y alarmante, pues la Comisión Lancet sobre Salud Mental y Desarrollo Sostenible recomienda que se asigne a la salud mental como mínimo el 5% del presupuesto de salud en los países de ingresos bajos y medianos, y el 10% en los países de ingresos altos. Lo peor es que no se logra dimensionar el buen rendimiento económico que tienen las inversiones en salud mental, ya que por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento para la depresión y la ansiedad, se obtiene un rendimiento de cuatro dólares en mejorar la salud y la capacidad para trabajar.»

Recientemente la OPS ha propuesto una nueva agenda para la salud mental en las Américas (NASMA). La NASMA es un “conjunto de políticas y estrategias prioritarias de salud mental formuladas de manera tal que puedan incorporarse en las estrategias de recuperación post pandémica de los países”. presenta diez recomendaciones y sus puntos de acción correspondientes:

  • Elevar la salud mental a nivel nacional y supranacional.
  • Integrar la salud mental en todas las políticas.
  • Aumentar la cantidad y mejorar la calidad del financiamiento para la salud mental.
  • Garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental.
  • Promover y proteger la salud mental a lo largo de toda la vida.
  • Mejorar y ampliar los servicios y la atención de salud mental a nivel comunitario.
  • Fortalecer la prevención del suicidio.
  • Adoptar un enfoque transformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental.
  • Abordar el racismo y la discriminación racial como determinantes de la salud mental.
  • Mejorar los datos y las investigaciones sobre la salud mental.

«Invertir en salud mental es crucial para promover un desarrollo humano equitativo y sostenible que permita a todos vivir con bienestar y dignidad».. «Debemos recordar que la carga de la salud mental no es una lucha privada, sino una crisis de salud pública que justifica una acción urgente e inmediata.” en palabras de Epsy Campbell Barr, Presidente de la Comisión y exvicepresidente de Costa Rica

El informe y la NASMA representan un camino para la incorporación de cambios sustanciales en la estrategia actual frente al grave deterioro de la salud mental, pone de manifiesto la relevancia y necesidad de ajustar la agenda política y legislativa, los actuales presidentes de Chile y Colombia, por ejemplo, han anunciado que la salud mental se convertirá en una política nacional, una política de estado, con leyes que lo respalden, sin embargo, esta declaración, aún no se concreta en acciones; el informe ahonda además en la necesidad de establecer enfoques comunitarios y fortaleciendo la prestación individual, no en vano en el 2020  más del 80% de las personas con trastornos de salud mental grave no tenían acceso a servicios.

El día de la salud mental que conmemoramos el 10 de octubre, es una gran oportunidad para alzar la voz, sensibilizar, anudar y unir esfuerzos para enfrentar este enorme desafío desde las orillas y capacidades institucionales e individuales que tenemos; creo que avanzamos, no con la rapidez que la sociedad y el problema lo exigen; sin embargo es esperanzador ver la cantidad de startups que buscan resolver de manera innovadora este desafío o el aumento de la formación disponible en distintas organizaciones para entregar más herramientas a profesionales y dotar a la atención primaria de más conocimiento para el adecuado diagnóstico, son solo dos ejemplos que muestran cómo existen esfuerzos que sumados hacen la diferencia, el llamado seguirá siendo a aumentar la inversión, ajustar las políticas públicas,  incluir en la solución y abordaje la óptica comunitaria y ahora, con un ecosistema de innovación creciente, darle cabida a las startups, integrando sus soluciones de manera integral al sistema, tenemos en la mano una parte de la solución, solo necesitamos unir estos esfuerzos.

Mauricio Bonilla Sanchez Médico Especialista en Salud Pública

 
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