El envejecimiento poblacional plantea uno de los mayores desafíos sociales y sanitarios de las próximas décadas. Según Rodrigo Melo, académico de la Carrera de Kinesiología de Universidad de Las Américas, “Chile no está ajeno al acelerado cambio demográfico que vive Latinoamérica. Este escenario nos obliga a reforzar los programas de promoción y prevención en salud, con especial foco en el bienestar físico, movilidad y funcionalidad, elementos que inciden directamente en la calidad de vida y la salud mental de las personas mayores”.
El experto de UDLA aclara que la disminución de la actividad física, la pérdida de fuerza muscular y el aislamiento social, son factores que impactan tanto el cuerpo como la mente. “El sedentarismo, junto con la soledad y la reducción de las redes de apoyo, puede derivar en un deterioro progresivo de la autonomía y en un aumento de los síntomas depresivos y ansiosos. Mantenerse activo física y socialmente es una forma concreta de proteger la salud emocional”.
A ello se suman las enfermedades crónicas más prevalentes en nuestro país, como la artrosis, la diabetes o la hipertensión, que afectan la movilidad y autonomía. “Estas condiciones no solo generan limitaciones físicas, sino también un fuerte impacto psicológico. La pérdida de independencia muchas veces produce frustración y sensación de ser una carga para la familia. Por eso es clave intervenir tempranamente con programas de rehabilitación y ejercicio terapéutico que mantengan la funcionalidad y la confianza en las propias capacidades”, comenta Melo.
El académico destaca la importancia de un enfoque integral que combine ejercicio, estimulación cognitiva y acompañamiento comunitario. “El movimiento es salud. Actividades como caminar, nadar o realizar ejercicios de equilibrio y fuerza ayudan a prevenir caídas, mejorar el ánimo y mantener las conexiones sociales. No se trata solo de rehabilitar, sino de promover un envejecimiento activo y participativo”, afirma.
Finalmente, Rodrigo Melo subraya la necesidad de fortalecer las políticas públicas en torno al envejecimiento saludable. “Garantizar espacios seguros y accesibles para la actividad física, fomentar la educación en autocuidado y ofrecer servicios con enfoque gerontológico, deben ser prioridades. Cuidar el cuerpo y la mente son acciones inseparables: ambas determinan la autonomía, la autoestima y el bienestar en esta etapa de la vida”, concluye.
























