Vivir más años no siempre significa vivir mejor; la calidad de vida en las etapas avanzadas  de la vida, en gran medida, depende de los estilos de vida sostenidos en tiempo, siendo la  alimentación un factor clave. 

Una alimentación equilibrada y adaptada a las necesidades fisiológicas del envejecimiento  permite conservar la masa muscular, fortalecer el sistema inmune y mantener la  funcionalidad. Los adultos mayores requieren una ingesta adecuada de proteínas de alta  calidad, presentes en alimentos como el pescado, los huevos, las legumbres, las carnes  blancas y los lácteos bajos en grasa, que ayudan a prevenir la pérdida de masa muscular  (sarcopenia). 

Igualmente, es fundamental incluir frutas y verduras frescas —ricas en vitaminas, minerales  y compuestos antioxidantes— que contribuyen a reducir el daño celular y fortalecen el  sistema inmunológico. Las de colores intensos, como el tomate, la espinaca, el zapallo, las  bayas (arándano, murta, arrayán, maqui), son especialmente beneficiosas por su alto  contenido de antioxidantes naturales. El consumo de fibra dietética, proveniente de cereales  integrales, avena, legumbres y frutas con cáscara, favorece la salud digestiva y ayuda a  controlar los niveles de colesterol y glucosa. Por otro lado, los ácidos grasos saludables,  presentes en el aceite de oliva, la palta, las nueces y los pescados grasos (como el jurel o la  sardina), protegen la salud cardiovascular. 

Cuando existen enfermedades de base como la diabetes, la hipertensión o las dislipidemias,  la alimentación cobra un papel terapéutico. En estos casos, se debe priorizar la moderación  del sodio y los azúcares simples, evitando: embutidos, bebidas azucaradas y sal añadida. El  control de porciones, el uso de hierbas y condimentos naturales e hidratación adecuada  (preferentemente con agua o infusiones sin azúcar) son medidas simples que marcan la  diferencia. 

El acompañamiento profesional de nutricionistas, médicos y cuidadores es clave para adaptar  las recomendaciones individualizadas, considerando su estado de salud, contexto social y  preferencias. Fomentar la autonomía, el disfrute al comer y la socialización durante las  comidas también es parte del bienestar nutricional y emocional.

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Equipo Prensa
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