El síndrome metabólico muchas veces pasa inadvertido, pero sus efectos pueden ser muy serios si no se detecta a tiempo.
El síndrome metabólico es un conjunto de alteraciones que aparecen al mismo tiempo y que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. En palabras simples, es cuando varios factores, como la glicemia elevada, el incremento del perímetro de cintura, triglicéridos altos, HDL bajo (colesterol “bueno”) o presión arterial elevada, se combinan al mismo tiempo, produciendo efectos negativos en la salud pública, muchas veces sin que la persona lo note.
“Lo preocupante es que su enorme impacto y la alta prevalencia que tiene en el país se debe a que un enorme porcentaje de la población lo desconoce, por lo que se considera una condición silenciosa”, explica Javier Maruri, académico de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello.
Síntomas de alerta
Maruri detalla que esta condición no siempre da síntomas claros al inicio. Sin embargo, hay señales que pueden despertar sospechas: aumento del perímetro de cintura, sensación de cansancio después de las comidas, somnolencia frecuente, aparición de oscurecimientos o manchas oscuras en el cuello o axilas (acantosis nigricans). Además, presión arterial elevada, o antecedentes familiares de diabetes o hipertensión, se suman para hacer más probable la presencia del síndrome metabólico.
Prevenir y revertir el riesgo
Los cambios en el estilo de vida son la herramienta clave para disminuir el riesgo. El nutricionista aconseja algunas efectivas y alcanzables como, “evitar comidas ultra procesadas con sellos “ALTO EN”, priorizar alimentos frescos, aumentar el consumo de frutas, verduras y legumbres, y elegir el agua como bebida principal”. A esto se suma la actividad física regular: al menos 150 minutos a la semana de movimiento moderado puede marcar una diferencia real en los parámetros metabólicos.
“El síndrome metabólico no es inevitable: es altamente modificable con hábitos cotidianos y políticas públicas que ya existen en Chile. Empezar de a poco y mantener ciertos hábitos, como cambiar la bebida por agua, incluir legumbres 3 veces a la semana o caminar 30 minutos al día, reduce el riesgo real y mejora la salud en general”.
























