Pedagogía hospitalaria: educar también es cuidar

Pedagogía hospitalaria: educar también es cuidar

Verónica Barraza Directora Escuela de Pedagogía en Educación Diferencial Universidad de Las Américas 

En Chile, cada año, una gran cantidad de estudiantes enfrentan hospitalizaciones prolongadas o tratamientos ambulatorios que los alejan de la escuela. Según datos del Ministerio de Educación, cerca de 25.000 niños, niñas y jóvenes son atendidos anualmente en las 53 escuelas y aulas hospitalarias del país, lo que refleja la magnitud de esta realidad educativa que, aunque silenciosa, tiene un profundo impacto en la trayectoria escolar de quienes la viven.

La pedagogía hospitalaria no es una modalidad paralela ni un simple “acompañamiento” escolar. Es una propuesta educativa con fundamentos pedagógicos, éticos y curriculares, que reconoce a las y los estudiantes como sujetos de derecho, aún en condiciones de enfermedad. Su rol no solo es asegurar la continuidad de los aprendizajes, sino también sostener emocionalmente, acompañar procesos personales y promover un vínculo escolar significativo que muchas veces es interrumpido por la condición de salud.

En este contexto, el trabajo de los profesionales de la Educación Diferencial se vuelve esencial. Su formación especializada en adecuaciones curriculares, diseño universal para el aprendizaje y atención a la diversidad, permite articular respuestas pedagógicas pertinentes a las necesidades educativas que emergen en entornos hospitalarios. La mirada integral de estos profesionales enriquece el trabajo interdisciplinario, favoreciendo una educación que no solo enseña contenidos, sino que también cuida y acoge.

En nuestro país, el reconocimiento de la pedagogía hospitalaria se ha consolidado progresivamente, pero todavía enfrenta desafíos estructurales. Si bien existen aulas hospitalarias insertas en recintos de salud y programas de apoyo domiciliario, no siempre se articula su quehacer con los establecimientos de origen. Esta desconexión puede derivar en trayectorias educativas fragmentadas, pérdida de aprendizajes y desvinculación escolar. Entonces, resulta indispensable avanzar hacia un modelo que promueva la corresponsabilidad entre los equipos docentes de las escuelas hospitalarias, los educadores diferenciales y los profesores del sistema regular.

Incorporar la pedagogía hospitalaria en los programas de formación inicial docente y en las políticas públicas educativas es una tarea urgente. Se requiere visibilizar esta práctica como parte del entramado del derecho a la educación, especialmente en contextos donde las condiciones de salud amenazan con marginar a estudiantes del sistema. Además, su enfoque centrado en el bienestar, la flexibilidad curricular y la personalización del aprendizaje, ofrece lecciones valiosas para una escuela que aspira a ser verdaderamente inclusiva.

Educar en el hospital no es replicar el aula tradicional en un nuevo espacio físico. Es reimaginar el acto educativo desde la empatía, la interdisciplinariedad y el reconocimiento de la dignidad de cada alumno, sin importar su condición médica. La pedagogía hospitalaria, junto con la Educación Diferencial como aliada estratégica, nos recuerda que enseñar también es cuidar. 

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