A medida que envejecemos, el cuerpo experimenta cambios que afectan la forma en que percibimos y utilizamos el agua. En personas mayores, la sensación de sed disminuye, la función renal se vuelve menos eficiente y ciertos medicamentos pueden aumentar la pérdida de líquidos. Todo esto hace que mantenerse hidratado sea un desafío, pero también una prioridad para la salud.
El agua cumple funciones vitales: regula la temperatura corporal, transporta nutrientes, favorece la digestión y mantiene la función cognitiva y muscular. Cuando el organismo no recibe la cantidad suficiente de líquidos, aparecen síntomas como cansancio, confusión, dolor de cabeza o mareos. Lo anterior, eleva el riesgo de caídas y hospitalizaciones y, a largo plazo, puede contribuir al deterioro cognitivo, daño renal y complicaciones cardiovasculares.
Para prevenirlo, se recomienda ofrecer líquidos de manera constante, incluso cuando la persona no manifieste sed. El agua, las infusiones sin azúcar, los caldos livianos y las frutas o verduras ricas en agua como la sandía, naranja, pepino o lechuga, son excelentes alternativas.
Promover una buena hidratación es una acción sencilla, pero con un gran impacto en la calidad de vida, la autonomía y el bienestar de las personas mayores. Se debe recordar que beber agua es, literalmente, cuidar la vida.
En esta línea, es fundamental promover la ingesta de pequeños sorbos a lo largo del día y no limitarse solo a las comidas. Es recomendable variar, incluyendo opciones como infusiones, caldos o sopas, y aguas saborizadas naturalmente. Además, se debe aprovechar el consumo de alimentos ricos en agua, como frutas, verduras y gelatinas. Por otro lado, es importante evitar el consumo de bebidas con cafeína o alcohol, ya que contribuyen a una mayor pérdida de líquidos.
Asimismo, la vigilancia es clave: se deben observar constantemente los signos de deshidratación, como labios secos, disminución de la elasticidad de la piel, orina oscura, estreñimiento, o síntomas de confusión o desorientación, para actuar rápidamente.
Nicole Marchant Académica de Nutrición y Dietética Universidad de Las Américas, Sede Concepción
























