Octubre es el mes de concientización sobre los cánceres ginecológicos, un grupo de patologías que incluye el cáncer cervicouterino, de ovario, de endometrio, de vulva y de vagina. En Chile, el cáncer cervicouterino sigue siendo una de las principales causas de muerte por cáncer en mujeres jóvenes, con más de 1.500 nuevos diagnósticos y cerca de 600 muertes al año. A pesar de ser prevenible y tratable, el 70% de las mujeres no se realizó el Papanicolaou en 2023, y un 20% nunca se lo ha realizado.
Frente a este panorama, el rol de las matronas y matrones se vuelve esencial. “La matronería no solo trabaja en el ámbito clínico, sino también en el comunitario, educando, acompañando y empoderando a las mujeres en cada etapa de su vida”, explica Cecilia Garrido Miranda, académica de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar.
Signos de alerta que no deben ignorarse
Los síntomas de los cánceres ginecológicos suelen ser sutiles. Entre los más frecuentes se encuentran el sangrado vaginal anormal, dolor pélvico persistente, secreción con mal olor, hinchazón abdominal y cambios en la piel de la vulva. “Es fundamental consultar a ginecólogas/os y matronas/es si estos síntomas persisten por más de dos semanas. La detección temprana puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte”, enfatiza Garrido.
Educación, prevención y contención
La labor de las matronas comienza en la niñez, continúa en la adolescencia y se extiende hasta la adultez. “Nuestro enfoque integral permite que la salud ginecológica deje de ser un tema tabú. En contextos vulnerables, somos el primer contacto con el sistema de salud”, señala la académica.
Este acompañamiento no solo facilita el acceso a controles preventivos, sino que también promueve la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH). “La educación sexual y la promoción de la vacuna son pilares de nuestra labor. En mujeres vacunadas, se ha observado una reducción del 40% en lesiones precancerosas de cuello uterino”, agrega.
Desde 2024, Chile incorporó la vacuna nonavalente Gardasil 9, que protege contra nueve tipos de VPH. Se aplica gratuitamente a niñas y niños de 4° y 5° básico, y también está disponible para grupos especiales. Sin embargo, la cobertura aún no alcanza el 90% recomendado por la OMS. “La vacuna no reemplaza los controles ginecológicos, pero fortalece la prevención primaria. La combinación de vacunación, Papanicolaou y educación comunitaria puede evitar hasta el 75% de las muertes por cáncer cervicouterino”, afirma Garrido.
Un impacto social y emocional
El acompañamiento que brindan las matronas durante el diagnóstico y tratamiento oncológico representa un soporte vital. “Muchas veces somos el puente entre el sistema de salud y la comunidad. Nuestra cercanía genera vínculos de confianza que facilitan la adherencia a controles y tratamientos”, destaca la académica.
En zonas rurales, este rol es aún más relevante. “Las acciones de prevención primaria que realizamos permiten que comunidades alejadas accedan a información y servicios de salud de manera equitativa. La matronería promueve dignidad, equidad y el derecho a vivir una vida libre de enfermedades prevenibles”, concluye Garrido.
Reconocer y fortalecer el rol de la matronería en la prevención del cáncer ginecológico es clave para avanzar hacia una salud más humana, equitativa y preventiva.